'Comparten' juguetes

AutorAlejandro Alvarado

Don Manuel siempre llevó un niño adentro. A sus 73 años, su pasatiempo favorito era ir a las jugueterías y comprar figuras de acción, aviones y barcos a escala, naves espaciales, carritos, trenes, ¡todo!, todo con lo que un pequeño podría fantasear.

Llenó de juguetes una caja tras otra, y con el tiempo su estudio estaba repleto de ellos en sus paredes, vitrinas, restiradores y anaqueles hasta invadir el cuarto de al lado, luego la sala, para continuar con su dormitorio y su baño, junto al retrete y cuanto recoveco le podía servir para almacenar.

Es la historia del arquitecto José Manuel Orozco (1937- 2010), un coleccionista de juguetes al que el Trompo Mágico, Museo Interactivo, le prepara un homenaje póstumo con la exposición "De a Pie a la Rueda", una brevísima selección de 391 juguetes de una colección que aún no alcanza a ser contada.

"Yo no tengo idea de cuántos son", exclama la señora Emma Sosa Gómez, quien fue su esposa.

"¡No'mbre, más de mil! Prestamos 900 piezas (de las que se seleccionaron 391) al Trompo y no se notó (de tantos que tienen)", responde su hija Emma Cecilia Orozco.

La afición de Don Manuel tiene un principio. Según cuenta la señora Emma, su esposo tenía ocho años de edad cuando, siendo niño con un amigo, acababa de construir un barquito.

De regreso a su casa, el camionero frenó y la gente que le cayó encima destrozó el preciado juguete.

"Decía (mi esposo) que inmediatamente se bajó del camión, casi se le venían las lágrimas. Se fue caminando, dijo que sufrió mucho pero se dijo 'yo un día podré armar los que yo quiera'", narra su viuda.

La señora Emma lo conoció y fueron novios. Cuando paseaban, de repente entraban a las jugueterías a comprar un avión, un tanque, un soldado o una moto de la Segunda Guerra Mundial para armar, eran un simple hobby, pero ella no se enteró que tan aficionado estaba con esta "distracción" hasta que se casaron y vio el grado de afición por los juguetes y los modelos a escala.

"¡Nunca pensé que fuera así! Tanta afición, después yo ya (le decía) 'ay, no compres tantos', pero era su hobby", cuenta la señora.

El matrimonio tuvo siete hijos, y para todos ellos, el estudio donde su papá guardaba los juguetes, era un misterio, una tentación, un reto, una travesura: Emma Cecilia y su hermana Adriana esperaban a que su papá saliera de casa, entonces trepaban por las escaleras y por los barrotes que daban a la ventana de ese cuarto anhelado y se colaban.

"'Alguien se metió aquí', (decía el padre)...

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