Comparte Lamas el dolor y la rabia

AutorYanireth Israde

Las emociones son un motor de la vida política, advierte la antropóloga Marta Lamas. Un ejemplo son el dolor y la rabia, expresadas en acciones feministas catalogadas como violentas y criminalizadas sin que medie un esfuerzo de comprensión, señala la autora de Dolor y política, libro recientemente publicado por editorial Océano.

"Tenemos que definir bien si pintarrajear un monumento o romper una puerta es violencia. Son actos disruptivos, confrontativos, pero, frente a los feminicidios, yo diría que no son violencia. El movimiento feminista no ha matado a nadie y espero que nunca mate a nadie. Entonces: ¿A qué le vamos a llamar violencia?".

Son estos actos de los que, además, suele ocuparse la prensa, señala en entrevista la fundadora del Grupo de Información en Reproducción Elegida, mientras movimientos como la Primavera Violeta de 2016 no ameritan la misma atención.

"Es hasta que las feministas llegan en 2019 a la oficina del Jefe de Policía y le avientan diamantina rosa y rompen y se hace un escándalo mediático, cuando por primera vez va a haber un interés sobre el feminismo, la movilización y todo, a partir de lo que se consideran actos violentos. Ahí tendríamos también que pensar un poco en la responsabilidad de la prensa, que le dio a esa echada de diamantina una cobertura que no le dio en 2016 a la Primavera Violeta.

"Si las feministas, que han estado haciendo este tipo de expresiones, soltando su rabia, soltando su indignación, rompiendo cosas, pintando todo, se dan cuenta que las pelan cuando hacen eso pero no cuando escriben un documento o cuando hacen una marcha pacífica, ¿qué camino queda?", se pregunta Lamas: "No sólo son los actos en sí mismos los que hay que valorar, sino el contexto".

La autora apremia a discutir si la expresión de la rabia y de la indignación tiene formas más productivas o menos contraproducentes de expresarse.

En Dolor y política retoma al respecto las posiciones de dos filósofas: Martha Nussbaum, quien advierte que la violencia siempre tiene consecuencias negativas, y Amia Srinivasan, cuya postura indica que hay formas de violencia que pueden resultar productivas, por lo que personas no escuchadas en sus legítimas protestas optan por ello.

"Me preocupa que estas protestas legítimas y dolidas pierdan eficacia política, que puedan resultar contraproducentes o que no logren articularse ni generar alianzas que las fortalezcan", escribe en el libro, subtitulado Sentir, pensar y hablar desde el feminismo, en el...

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