En compañía del lago

AutorCecilia Núñez

Puno Perú.- Las leyendas consideran al Titicaca el lugar donde el sol nació. Navegarlo, recorrer sus islas y visitar los sitios arqueológicos de Puno nos regala un acercamiento cara a cara con los orígenes de la cultura andina.

Tenemos cuatro días para hacer 'turismo vivencial', es decir, para estar en contacto directo con la forma de vida de comunidades autóctonas de la región; ir de una isla a otra y de sorpresa en sorpresa, escuchando lenguas quechuas y aymaras. Nuestro centro de operaciones es el Hotel Titilaka, el refugio perfecto para descansar después de cada jornada.

Día 1 archipiélago de los Uros

Salimos de la embarcación sorprendidos de que desde tiempos precolombinos exista una comunidad que viva en este conjunto de islas flotantes hechas con totora, una planta acuática de gran resistencia y flotabilidad.

El sitio nos parece una puesta en escena, quizá por nuestra cotidianidad urbana nos resistimos a creer que esta comunidad siga viviendo de la pesca, la caza y el trueque, como si el tiempo no hubiera pasado.

Pronto la familia de Armando, nuestro guía, nos hará ver que estamos equivocados. Viven en la isla Kantati ("amanecer" en lengua aymara), una de las 20 que forman el archipiélago de los Uros. Sus hermanas, su madre y su sobrina de cuatro años nos dan la bienvenida diciendo Kamisaraki, el saludo que nos introduce al mundo de las islas del Titicaca, a 3 mil 827 metros de altura sobre el nivel del mar.

Nos llaman la atención varias cosas a la vez: una embarcación que hace de tienda de abarrotes flotante y ofrece sus productos alrededor de las islas, los colores vivos de la ropa tradicional que portan las mujeres y la sensación de caminar sobre montones de totora, que parece una especie de paja gruesa y larga.

Armando nos cuenta que los uros construyen sus islas con la raíz y las hojas de la totora y las anclan al fondo del lago. También sus casas y embarcaciones, llamadas caballos de totora, se elaboran con la misma planta. Aprenden esta técnica ancestral por herencia y hay que reconstruirlas cada año pues el material es perecedero.

"De tres a siete familias viven en una misma isla; si no te caen bien los vecinos de la isla de al ladito, muy fácil: quitas el ancla, y cambias de lugar. Si no te caen bien los de tu isla, la cortas con un serrucho y la isla se divide", platica sin aspavientos, como si fuera algo que escucháramos a diario.

Nos dejamos llevar de un rincón a otro mientras descubrimos que viven, cocinan, cuidan a sus...

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