Comitán conquista con encanto propio

AutorCarmen González

Hay algunos libros que, con sólo leerlos, dan ganas de viajar. Eso fue lo que me pasó con Balún Canán, de Rosario Castellanos. Desde las primeras páginas me di cuenta de que, si quería conocer los escenarios, debía ir hasta Comitán de Domínguez, Chiapas, en la frontera sur de México.

El de Tuxtla a Comitán es un viaje largo, pero una hora antes de llegar, el autobús hace una parada en un pequeño poblado llamado Teopisca. Su mayor atractivo está en los puestos y tienditas que ofrecen una gran variedad de productos típicos como pan casero, galletas, tostadas hechas con harina de frijol, elotes, burritos de piloncillo, turrones y conservas de palmito.

Unos kilómetros adelante me encuentro con un tianguis en medio de la nada. Se trata del corredor de artesanías de Amatenango del Valle. Las mujeres artesanas amasan el barro que ellas mismas traen desde las montañas, dándole formas diversas: armadillos, gallos, puerquitos y jaguares.

A la entrada de Comitán sobresale la estatua de Belisario Domínguez, destacado médico y político de origen comiteco.

En el centro del poblado se encuentra el parque con su kiosko macizo en el centro y bancas en los pasillos flanqueadas por arbustos bien podados. A uno de los costados está la casa de cultura Rosario Castellanos, junto a la iglesia de Santo Domingo. El lugar reboza actividad: un café al aire libre lleno de jóvenes y música.

Seguramente son comitecos, me acerco a preguntar, pero ninguno sabe quién fue Rosario Castellanos o si vivió allí, "la historia de esa mujer la sabe Óscar Bonifaz, él es el cronista de la ciudad", me dice un joven, al tiempo que señala el Teatro de la Ciudad, del otro lado de la plaza.

Allí encuentro a don Óscar, un hombre bajito, delgado, de rostro sereno y ojos siempre atentos.

"Cómo no iba yo a saber la historia de Rosario, si la conocí personalmente, fuimos amigos", dice sin falsa modestia. Es él quien me cuenta que el libro que me animó a hacer este viaje narra una parte de la vida de la propia autora.

Tal confirmación me hizo salir a las calles a buscar con ahínco algunos lugares que aparecen en la novela y don Óscar se ofreció a ser mi guía. Nuestra primera primera parada es en...

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