La comedia política / Mon dieu!

AutorDan T.

Tres amigos iban de viaje y después de muchas horas de manejar, turnándose entre ellos para evitar perder el tiempo en paradas de descanso, decidieron finalmente buscar un lugar para dormir.

Después de varios kilómetros, finalmente encontraron un hotelucho y ahí pararon para pedir, cada uno, una habitación. Pero, por extraño que parezca, el administrador les informó que estaba completamente lleno. Que no les podía dar habitaciones individuales como pedían, pero, si de verdad estaban tan cansados, podría rentarles la bodega para que pasaran ahí la noche. Los amigos lo discutieron rápidamente y aceptaron. El encargado les cobró 30 pesos por el hospedaje, de tal forma que cada uno de ellos pagó 10 pesos y se fueron finalmente a dormir.

Al día siguiente, el dueño del hotel llegó y le preguntó al administrador si había alguna novedad de la noche. El gerente le explicó lo de los tres amigos y que les había rentado la bodega.

-¿Y cuánto les cobraste?

-Treinta pesos.

-¡Qué bárbaro! No, no. Eso es mucho por una bodega. Somos un hotel decente, no podemos hacer eso. Cóbrales sólo 25 y ve a devolverles cinco.

Cuando iba hacia la bodega para devolverles su cinco pesos, el administrador pensó: "Cada uno de ellos me pagó 10 pesos, pero ¿cómo diablos voy a dividir cinco entre tres si no tengo monedas de centavos? ¡Ya sé! De estos cinco pesos, le doy a cada uno un peso y yo me quedo con dos".

Y así lo hizo. Les explicó a los tres amigos lo que había dicho el dueño del hotel y les devolvió a cada uno un peso, y él se quedó con dos.

Aquí es donde viene lo bueno: si cada uno de los amigos puso 10 pesos y le devolvieron uno, entonces pagó 9 pesos, ¿cierto? Nueve pesos por tres amigos (9 x 3) nos da 27 pesos. Si el administrador se quedó con otros dos pesos, van 29. ¿Dónde chingaos quedó el otro peso?

Dudo mucho que lo encuentres porque yo, sinceramente, no lo he encontrado. El acertijo del peso faltante es uno de los grandes misterios de las matemáticas. Es uno de esos temas que te deja pensando sin saber qué pensar, exactamente igual que el caso de Florence Cassez.

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