Comedia política / Medallas de oro, mexican@s

Somos unos tontos. Los mexicanos podríamos estar ganando cientos de medallas de oros en los Juegos Olímpicos, Centroamericanos, Panamericanos y hasta en los de Invierno, pero no lo hacemos. ¿Por qué? Porque estamos desperdiciando el talento natural de muchos de nuestros compatriotas.

Por ejemplo, la selección nacional de volibol tendría que estar integrada por puros diputados federales, pues si algo saben hacer es clavárnosla.

En levantamiento de pesos, sin duda, el campeón mundial podría ser Andrés Manuel López Obrador. Al menos la cara de pujido ya la tiene.

Los magistrados del Tribunal Electoral podrían representar a México en gimnasia artística. Nomás hay que ver las maromas que hicieron para poner a salvo al PRI por los exorbitantes gastos en la campaña de Enrique Peña Nieto.

En salto de altura, tendríamos garantizada una presea dorada si enviáramos a competir a Angélica Rivera. ¿O acaso conocen alguna trepadora que haya llegado más alto?

En la plataforma de 10 metros seríamos los número uno si nuestro equipo de clavados estuviera integrado por puros gobernadores. Se clavan el presupuesto educativo, se clavan los recursos federales, se clavan las ayudas para desastres, se clavan la lana de los hospitales...

Por supuesto en el Tri olímpico deberían jugar puros maestros de la CNTE: como los grandes delanteros, golean al erario; son tan buenos medios que la educación en México es bien mediocre; y como defensas son buenísimos, pues no dejan pasar el aire, como cuando bloquean las carreteras.

Te digo: tenemos todo para ser campeones.

UNO DE REGIOS

A riesgo de que me corran, ahí les va uno de regiomontanos. Resulta que don Lorenzo De la Garza y Garza estaba en su lecho de muerte y mandó llamar a su hijo:

-Hijo, ¿ves este reloj?

-Sí, apá.

-Pues fíjate que perteneció a mi tatarabuelo. Y de él pasó a mi bisabuelo. Y de él pasó a mi abuelo. Y de él, pasó a mi padre. Y de él pasó a mí. Ahora, antes de morir, quiero que tú continúes con la tradición familiar.

-Ay, apá, qué detallazo -dijo emocionado el hijo al ver el relojote en oro de 18 kilates con cristal de zafiro...

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