La comedia política / ¡Por fin!

¡Por fin! Los niños ya volvieron a la escuela después de dos semanas de arraigo domiciliario.

"Volver a la normalidad", pidieron las autoridades que entienden por "normalidad" el caos de siempre, la mala calidad educativa, el imperio de los narcos, la impunidad de los políticos.

En efecto, volvemos al caos que ya conocemos, pero si tuviste la suerte de acudir a una escuela ayer por la mañana, quizá descubriste el mismo milagro que yo presencié: el de una sociedad que se niega a darse por vencida.

No faltarán los amargados que hablen de que todo está mal, igual o peor que siempre. Y quizá tengan la razón. Pero nada de eso puede ocultar que ayer los niños regresaron a las aulas en un ejercicio de voluntad y coraje en el que participaron los propios escuincles, sus padres y aquellos maestros que se precian de serlo. No hablo de los maestros estilo Elba Esther que todavía no tomaban el gis y ya estaban exigiendo que les cumplan con darles el día de descanso que les corresponde el próximo viernes 15 de mayo por ser "Día del Maestro".

Daba gusto ver a toda esa gente que se desmañanó con muchos trabajos, para tratar de devolverle a los niños -y a ellos mismos- la certeza de que podemos seguir vivos, que depende de nosotros cuidarnos y no dejarnos dominar por el miedo, la incertidumbre y la desconfianza.

Muchas cosas están mal en el país, demasiadas tal vez. Pero aun así, lo que se vio en las escuelas en la fría mañana del lunes, fue el triunfo del espíritu. La crisis, Elba Esther, los panistas, los priistas, los perredistas y el resto de nuestros políticos nos siguen haciendo los mandados. Felicidades a todos.

¡Auxilio!

El hecho de que los niños vuelvan a la escuela, nos permitirá volver a respirar sin estar esperando el próximo desastre que se les ocurra a nuestros pequeños.

Ahí está el caso de mi ahijado, al que mi comadre le preguntó muy seria:

-Jorgito, ¿sabes cuál es la diferencia entre la cortina del baño y el papel higiénico?

-No mami, ¿por qué?

-Porque entonces fuiste tú, ¡cochinote!

Y es que ese chamaco es terrible, al día siguiente su mamá lo encontró en la sala y le preguntó: -¿Qué haces mi hijito?

-Estoy jugando.

-¿Con qué juegas?

-Con lo que me sale de los huevos.

-¡Óyeme, escuincle!, ¡a mí no me hablas así, que soy tu madre!! ¡Eres un pelado, majadero! -y púmbale que me lo...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR