Comedia política / Un, dos, tres, por ti

AutorDan T.

No recuerdo haber llorado antes viendo televisión. Y me pasó el martes, cuando vi en las noticias a los muchachos (¿niños?) de la secundaria de Parkland, en Florida, reclamarle a los políticos de Estados Unidos que dejaran de hacerse pendejos y pusieran, por fin, algún tipo de control a la venta de armas. Fue ahí donde la semana pasada un imbécil llegó con un rifle automático y comenzó a disparar contra jóvenes que estaban tomando clases. Adolescentes que en su vida diaria tenían que lidiar con el acné, el desamor y la incomprensión de sus padres, como todos los adolescentes del mundo, de pronto se vieron frente a un arma y recibieron cientos de disparos. Diecisiete personas murieron, incluyendo un entrenador de futbol americano que se puso frente a las balas para evitar que le pegaran a sus alumnos. Esos, los que sobrevivieron, salieron ayer a protestar por la falta de huevos (perdón por la fineza) de los diputados y senadores gringos para ponerle un alto a la locura americana por las armas.

¿Va a servir de algo? No lo sé. ¿Les van a hacer caso? Tristemente, lo dudo. ¿Vale la pena que lo hayan hecho? ¡Por supuesto que sí! Porque lo único peor a quedarse callado es aguantar un chiste de alguien que no tiene gracia para contarlo. Y, obvio, no es mi caso. ¿O sí?

SALVEMOS A ÉDGAR

Y no, no me refiero al gordito de Monterrey que se hizo famoso en YouTube con la frase: ¡Yaaa! ¡Pinche pendejo! ¡Me caigoooo!". En realidad me refiero a Edgar Portillo, un profesor universitario que hace algunos años decidió que quería ser Presidente de México y hoy, sorprendentemente, está a punto de convertirse en candidato.

Este sujeto proveniente del Estado de México, de una forma que ni yo entiendo, pues se trata de un desconocido, ya logró juntar más de un millón de firmas de apoyo para convertirse en candidato independiente a la Presidencia de la República. Lo curioso de su caso es que ni siquiera el INE creía que realmente pudiera lograr algo. La mayoría pensamos que era otro loquito que nomás le...

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