Comedia política / Un chiste de perredistas

AutorDan T.

Entra un ciego a un bar, se sienta en la barra, pide una cerveza y le dice al señor que está al lado:

-Oiga, amigo, ¿le puedo contar un chiste de perredistas?

-Déjeme decirle algo antes, señor. Yo soy perredista. El cantinero, que pesa 125 kilos y fue luchador profesional, es perredista también. El señor que está del otro lado, hacia su derecha, es campeón de karate y, por supuesto, también es perredista. De hecho, las 8 personas que estamos ahora en el bar somos militantes del PRD. Ahora dígame: ¿está seguro de que quiere contarnos un chiste de perredistas?

-¡Nah! -comenta con desgano el ciego- Qué flojera contar un chiste y tener que explicarlo ocho veces.

Quién sabe en qué momento el PRD perdió la brújula. De ser el partido que enarbolaba la bandera del cambio, de la opción distinta, se convirtió en una cueva de ladrones y corruptos.

Quienes han conocido a Carlos Navarrete saben que, si bien es más cursi que un pastel de Sanborns, es un tipo inteligente y, sobre todo, muy sensible. Sin embargo, él mismo no parece acordarse de eso. Su antecesor, Jesús Zambrano, hizo un desastre con el manejo del partido tras la masacre de los normalistas de Iguala. Y Navarrete no lo ha hecho mejor. La renuncia que le escupió en la cara Cuauhtémoc Cárdenas, el fundador del partido, será una de las peores vergüenzas que tendrá que cargar Navarrete toda su vida.

El colmo es que el PRD o, mejor dicho, sus dirigentes, no parecen darse cuenta de que están en el hoyo. Nomás hay que ver el cinismo con el que sus chapulines electorales dejan sus cargos para irse a buscar una candidatura. En el DF, todos los delegados perredistas dejaron botada la chamba para lanzarse en busca de una diputación, ya sea federal o local. Lo que caiga. Lo que importa es no quedar fuera del presupuesto.

Y luego se extrañan de que Morena les esté comiendo el mandado.

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