Combate la artritis

AutorGeorgina Montalvo

Jimena tiene 10 años, pero desde hace ocho, ha tenido que aprender a convivir con una enfermedad más común en los adultos: la artritis reumatoide.

Aunque este padecimiento es raro en la población infantil, reumatólogos señalan que es necesario que médicos y padres conozcan su existencia, pues del diagnóstico temprano depende el pronóstico de recuperación.

Llegar al diagnóstico preciso no es sencillo porque, entre los síntomas principales, se encuentran dolor e inflamación, condiciones atribuibles a otro ciento de enfermedades, indica Federico Galván, presidente del Colegio Mexicano de Reumatología.

De hecho, comenta Luz María Mier, mamá de la niña, tuvieron certeza de que su bebé tenía artritis reumatoide después de nueve tortuosos meses entre estudios invasivos y hasta un diagnóstico erróneo de cáncer.

La familia Leyva Mier se topó con un pediatra oncólogo a quien "no le cuadraba" el diagnóstico y que pidió nuevos estudios. Un patólogo especialista en hígado de niños fue quien aseguró que no se trataba de cáncer.

Era una buena noticia, pero había qué buscar la verdadera causa de los síntomas de Jimena: dolor, fiebre y tobillos, muñecas e hígado inflamados.

Un reumatólogo pediatra, de los que Galván estima existen alrededor de 20 en el País, fue quien dio con el problema: artritis reumatoide juvenil de tipo sistémico.

"Por un lado, nos confirmaba que no se trataba de una enfermedad mortal (como el cáncer), y por el otro nos decían que se trataba de una enfermedad crónica, que tampoco es fácil asimilar como padres", recuerda la señora Mier.

El tratamiento

Son cinco los tipos de artritis reumatoide juvenil, y cada uno requiere de tratamiento específico, pero la respuesta es impredecible. Cada paciente es distinto, y, como la ciencia médica aún descwonoce el origen de la enfermedad, tampoco se puede saber si ésta cederá o se agudizará en cualquier momento, explica Rubén Burgos Vargas, reumatólogo del Hospital General de México, encargado del caso de Jimena.

La niña de entonces un año nueve meses recibió fármacos y poco a poco dejó la posición fetal con la que soportaba el dolor; a los 2 años empezó a caminar, y, cuando cumplió 3, la enfermedad empezó a ceder.

Ahora ya no toma ningún medicamento y puede asistir a clases de Tae Kwon Do, y, últimamente, aprende a tocar la guitarra. Sólo ha tenido dos recaídas, que fueron atendidas de inmediato.

"La dinámica de la vida de Jimena está marcada por lo que ella quiere y puede hacer; (nosotros) hicimos...

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