Un pequeño colosal (XI)

AutorSergio Guzmán

El estadio de Nuremberg es el más pequeño de los mundialistas y un ejemplo de ecología.

Inaugurado en 1928, el templo de "El Club", como se denomina al equipo de esta localidad, tuvo que ser reconstruido para adaptarse a los requisitos de la FIFA.

Recibió su bautismo de fuego en la Copa Confederaciones, cuando albergó el Alemania-Argentina y la Semifinal entre Alemania y Brasil. Llama la atención por su forma octagonal y es uno de los pocos que cuenta con una pista de atletismo.

El Frankenstadion fue remodelado por 56 millones de euros en una segunda fase entre 2003 y 2005. En el marco de las obras fue erigido un edificio para la prensa e invitados.

Desde el punto de vista ecológico es un proyecto modelo. Merced a un sistema de drenaje, el agua de lluvia es canalizada hacia un depósito para ser empleada en el riego del pasto.

Pero no siempre fue perfecto. El Frankenstadion ocupó los titulares de la prensa por un problema técnico, que fue solucionado a sólo seis meses del torneo.

En un cotejo de la Bundesliga el entusiasmo de la hinchada hizo que se desprendieran algunos pedazos del techo. De inmediato se ordenaron una prueba en la que 150 hinchas se pusieron a brincar, mientras los expertos en estática medían las oscilaciones.

Detectaron que la estructura se movía siete centímetros, uno menos del límite que hubiera prohibido saltar a la hinchada, algo impensable en un estadio de futbol. Fue por eso que resolvieron "empaquetar" las gradas para los cuatro partidos de grupo y el de Octavos de Final.

Caminar por Nuremberg es como viajar en el tunel del tiempo y desembocar en el Sacro Imperio Romano Germánico. En 1356, Carlos IV...

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