Colaborador Invitado / Twitter no es un megáfono

AutorColaborador Invitado

Eduardo Portas

Director de Capital Social Investigaciones y maestro de la Universidad Iberoamericana y de la Universidad Anáhuac.

Por primera vez en la historia de los medios de comunicación, un político puede prescindir de la prensa para difundir un mensaje.

Una tecnología, no un cambio en la mentalidad de los ciudadanos que viven en las democracias modernas, ha sido el catalizador de este cambio paradigmático: Twitter.

Si el político buscaba una razón para entrar a esa red social, ahí la tiene. Su relevancia como actor en la sociedad ahora depende de su capacidad para comunicar un mensaje en 140 caracteres, entablar un diálogo horizontal con la gente que gobierna -o intenta gobernar- y convencer a las masas de que puede conectar con el ciudadano a través de una pantalla.

El paradigma ha cambiado. El perfil del político dado de alta en Twitter contiene todas las posibilidades y al mismo tiempo todos los peligros para sacar el mayor provecho de esta herramienta conversacional.

Su mensaje ya no está limitado a un spot de radio o televisión, un mitin que requiere la presencia física de sus seguidores o una nota que ha pasado por la subjetividad de un reportero, los prejuicios de un editor y el ánimo del día de un director de sección. No. Ahora su mensaje puede ser personalizado para cada una de las personas que estén dispuestas a dialogar con él desde la comodidad de su casa o a través de un dispositivo móvil, cuando el ritmo de las ciudades modernas así lo dicta.

Los votos están ahí. Entender Twitter como una herramienta de la escuela clásica de la Comunicación, en donde un emisor bombardea con su mensaje a miles de receptores, implica la pérdida de una oportunidad inmensa para un político en busca del lado bueno de sus electores en potencia.

Algunos autores, como Kate Crawford, postulan que Twitter debe ser visto como el nuevo radio. El usuario de esta red social entra conscientemente a su línea de tiempo y comienza a observar decenas de moléculas de información, las cuales se convierten en "ruido de fondo". Su atención sólo se despierta cuando identifica algo de su estrecho panorama de intereses o cuando recibe una comunicación directa a través de una mención o un mensaje directo. Ahí, el político mexicano tiene una enorme área de oportunidad. ¿Por qué?

Twitter es una herramienta conversacional que funciona mejor cuando se usa con personas en nuestra cercanía geográfica. Hasta ahora, muy pocos políticos mexicanos han entendido esa lógica...

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