Colaborador Invitado / Karen Batres: Los ídolos

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Desde los tiempos de Freud, testigo él del ascenso de Hitler, hasta hoy en día, el fenómeno psicológico que dispara la tendencia de seguir a ídolos locos o destructivos ha interesado a investigadores de muchas disciplinas.

Esto, porque la tendencia va en contracorriente de cualquier lógica o sensatez, dejándonos a los demás perplejos en extremo.

La propaganda es el instrumento que utilizan estos líderes. Es evidente, por ejemplo, que la propaganda de Donald Trump -sus discursos espontáneos, sin guión- habla del odio, el resentimiento y el estancamiento económico de un sector importante de la sociedad norteamericana. Él, como Hitler, al poner en voz alta ese odio, lo legitimiza.

El fenómeno social de poner en "los otros" -sean inmigrantes, mexicanos indocumentados o musulmanes- la culpa de los males sociales y económicos provee un blanco para el odio legitimizado por el líder.

Todo esto ha sido estudiado por la psicología social y el psicoanálisis desde hace mucho tiempo.

Sin embargo, es posible que exista otro elemento que contribuye a la peligrosidad del fenómeno y explica su contundente sinrazón, su locura apabullante.

Pienso que podría ser una versión sui generis del síndrome de Estocolmo, término acuñado a raíz de un incidente ocurrido en 1973, cuando unos ladrones tomaron como rehenes a los empleados de un banco (tres mujeres y un hombre), quienes terminaron desarrollando sentimientos afectivos hacia sus captores.

Pocas cosas son tan traumáticas como sentirse sin control sobre la posibilidad de morir o vivir. Repentinamente, el individuo se encuentra totalmente a la merced de otro individuo cuyos valores y voluntad borran los propios.

La única manera de adquirir un control sobre el destino, aunque sea espurio, es adoptar esos mismos valores y así identificarse con la persona que sí controla las opciones de un destino.

Es una medida de supervivencia psicológica necesaria para impedir la angustia fulminante y un colapso total.

Los ídolos locos como Donald Trump comparten el rasgo de ser narcisistas en extremo. A nivel psicológico, un narcisista representa una amenaza para muchos.

Representa la confirmación de la inferioridad del otro, ya que el narcisista no es capaz de aceptar y amar al otro excepto como una función de sí mismo.

El fenómeno es...

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