Colaborador Invitado / Jerónimo Díaz Rebolledo: Reelección

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En el marco del primer aniversario de su victoria electoral, el Presidente López Obrador difundió el contenido de una inusual carta, certificada ante notario, en la cual se comprometía a no reelegirse en el cargo. ¿Sería el documento la prueba de una convicción republicana sobre el ejercicio del poder o la manifestación de un interés personal por cambiar la agenda nacional?

La última vez que un Presidente en México se postuló para un segundo mandato tuvo lugar en 1928. Gracias a una enmienda constitucional promovida por Calles y presentada por el diputado Gonzalo N. Santos en 1927, el ex Presidente Álvaro Obregón pudo incluir su nombre en la boleta electoral. En opinión de la mayoría legislativa que aprobó el proyecto, el principio antirreeleccionista, herencia de la Revolución, se honraba al establecer dos restricciones dentro de la reforma, que la reelección fuese no consecutiva y por una sola vez. En realidad, la lealtad del Partido Nacional Agrarista y del Partido Laborista Mexicano, sumada a la popularidad social alcanzada por Obregón en aquella época, ayudaron a superar los temores por un pasado autoritario asociado con la reelección (Pedro Castro, 2002). El proceso legislativo fue rápido y solo una voz disonante en el Congreso, la del diputado Mier y Terán, lamentó el regreso a tiempos de antaño. En enero de 1928 se modificaría nuevamente el artículo 83 de la Constitución para extender el mandato presidencial de cuatro a seis años y permitir más de dos periodos de gobierno, con la condición de no ser inmediatos. El caudillo compitió en las urnas, ganó siendo candidato único, pero fue asesinado días después. Vinieron entonces las elecciones extraordinarias de 1929, y para 1933 la reelección presidencial quedó terminantemente proscrita en México.

¿Qué circunstancias permiten a los gobernantes prolongar su mandato? Con Obregón, una disciplinada mayoría congresional y la amplia simpatía popular favorecieron la promulgación de una enmienda en franca oposición con los postulados políticos de la Revolución. Tan solo siete diputados de 208 votaron en contra del proyecto y en el Senado se obtuvo unanimidad. Ese episodio histórico nos enseña que, en ocasiones, los valores sucumben ante el poder. Desde entonces, debieron transcurrir más de 60 años antes de que la reelección presidencial merodeara de nuevo la conversación pública en México, durante el periodo salinista. La prensa de la época (y la posterior a ella) dejaron testimonio de la...

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