Colaborador Invitado / Historia para el futuro

AutorColaborador Invitado

Luis Fernando Granados

Profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

México necesita una historia diferente. La necesita tanto como requiere un futuro distinto: un futuro menos injusto y violento, democrático de verdad, incluyente de un modo cabal. La necesita especialmente en momentos como el presente en que el tejido social se deshebra a ojos vistas, el Estado se derrumba en más de una comarca y la altanería de los poderosos alcanza niveles inauditos.

Afirmar que el país necesita una nueva historia no quiere decir, por supuesto, que el pasado de los espacios, las culturas, las estructuras socioeconómicas, las comunidades y las personas que hoy forman parte de México pueda alterarse a voluntad. La "historia" a la que me refiero es el conocimiento que se produce al preguntarse por la naturaleza del pasado, el saber socialmente elaborado para comprender el carácter del presente. Como todo producto humano, la historia-conocimiento no sólo es modificable; de hecho se ha modificado más de una vez.

El país necesita una nueva historia-conocimiento porque la que todavía domina los espacios públicos y privados hace mucho que dejó de responder a las necesidades sociales y políticas de los mexicanos. Tiene además características que a muchos repugna, pues es un cuento hecho de y para hombres poderosos y casi siempre armados. Es la tan cacareada historia de "héroes" que casi todos los actores políticos invocan y, peor, que casi todas las instituciones del Estado reproducen de manera insistente.

Encarnada en una multitud de prácticas políticas, esta historia-conocimiento es responsable, por ejemplo, de la marginación simbólica de la mitad no-mesoamericana del territorio nacional y de quienes viven más allá de las fronteras del país, así como de los millones de cristianos no católicos y los millones de hablantes de lenguas no romances. Para decirlo rápido, es la historia-conocimiento que aparece en los billetes de banco y en los libros de texto de primaria, en el calendario cívico y en casi toda la toponimia moderna.

Aunque el origen de esta historia-conocimiento se encuentra en el Porfiriato, el régimen posrevolucionario fue su mayor impulsor y beneficiario: durante décadas, sus imágenes y sus figuras retóricas formaron parte central del aparato ideológico que lo...

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