Colaborador Invitado / Evy Peña: Migrantes en el TMEC

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Ayer, el presidente Andrés Manuel López Obrador llegó a la Casa Blanca para celebrar la entrada en vigor del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC) y, entre otras cosas, reafirmar la importancia del respeto a las personas migrantes mexicanas. En teoría, no quedaría más que decir enhorabuena; la crisis de salud mundial solo ha resaltado la dependencia de la labor de personas migrantes. Contando con un capítulo laboral y provisiones sobre migrantes y equidad de género, el TMEC presenta una oportunidad sin precedentes de impulsar los derechos de quienes sostienen las economías de México y de Estados Unidos. Sin embargo, antes de empezar a celebrar, tendremos que evaluar la manera en la que el acuerdo será implementado y definir si sus provisiones laborales serán tomadas en serio.

Como organización binacional, en el Centro de los Derechos del Migrante, Inc. (CDM) definimos la renegociación del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN) como una vía para ampliar el acceso a la justicia para personas migrantes. Después de documentar decenas de miles de casos de abusos en la migración laboral de México a Estados Unidos, concluimos que el fortalecer las protecciones laborales bajo el acuerdo no era una opción, sino una necesidad. Para cuando comenzó la renegociación del TLCAN, ya habíamos archivado quejas bajo su acuerdo laboral paralelo alegando una gama de abusos para personas migrantes. Los mecanismos de resolución de conflictos no tenían líneas del tiempo concretas ni proporcionaban remedios para las partes afectadas. Nuestra experiencia demostraba que, al no garantizar las protecciones para personas migrantes, el acuerdo comercial estaba facilitando la explotación laboral.

El TLCAN les falló a las personas migrantes hasta el último minuto. En la víspera antes de la entrada en vigor del TMEC, y después de cuatro años, la Oficina Administrativa Nacional (OAN) de México finalmente respondió a nuestra queja alegando discriminación de género sistémica en los programas de migración laboral. La respuesta fue absurda, estableciendo que la OAN confía en los mecanismos legales en Estados Unidos y añadiendo que las personas migrantes pueden llamar a autoridades migratorias o consultar folletos para meter quejas sobre su empleador.

Si las mujeres son canalizadas a trabajos con peores salarios o se les niegan...

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