Colaborador Invitado / Domesticar las finanzas

AutorColaborador Invitado

Joseph E. Stiglitz

No fue hace tanto tiempo cuando podíamos decir: "Ahora somos todos keynesianos". El sector financiero y su ideología de libre mercado habían llevado al mundo al borde de la ruina. Los mercados no se estaban autocorrigiendo. La desregulación había demostrado ser un fracaso abismal.

Las "innovaciones" desarrolladas por las finanzas modernas no conducían a una mayor eficiencia a largo plazo, a un crecimiento más rápido o a una mayor prosperidad para todos. Más bien, estaban destinadas a eludir las normas contables, y a evadir y evitar los impuestos necesarios para financiar las inversiones públicas en infraestructura y tecnología -como Internet- que son la base del crecimiento real, no del crecimiento fantasma promovido por el sector financiero.

El sector financiero pontificó no sólo sobre cómo crear una economía dinámica, sino también sobre qué hacer en caso de una recesión (que, de acuerdo con su ideología, podía ser causada por una falla del gobierno, no de los mercados). Cuando una economía entra en recesión, las ganancias caen y los gastos -digamos, para los beneficios de desempleo- aumentan. Así crecen los déficits.

Los halcones del déficit en el sector financiero dijeron que los gobiernos deberían concentrarse en eliminarlo, preferentemente reduciendo los gastos. Los déficits cercenados restablecerían la confianza, lo que a su vez restauraría la inversión. Pero la evidencia histórica repetidamente lo refuta.

El razonamiento detrás de estos episodios se basa en una analogía errónea. Un hogar que debe más dinero del que puede devolver tiene que recortar el gasto. Pero cuando un gobierno lo hace, la producción y los ingresos declinan, el desempleo aumenta y la capacidad de devolver el dinero puede disminuir. Lo que es válido para una familia no lo es para un país.

Los defensores más sofisticados advierten que el gasto gubernamental hará subir las tasas de interés, "desplazando" así a la inversión privada. Cuando la economía está en un nivel de empleo pleno, ésta es una preocupación legítima. Pero no ahora: en vista de las tasas de interés a largo plazo tan bajas, ningún economista serio plantea la cuestión del "desplazamiento".

El gasto en estímulo no fue la causa del aumento de los déficits y la deuda, que son el resultado de "estabilizadores automáticos". De modo que, a medida que la austeridad vaya socavando el crecimiento, la reducción de la deuda será, en el mejor de los casos, marginal.

La economía keynesiana...

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