Colaborador Invitado / Daniel Millán: ¿Gobierno austero o patito?

AutorColaborador Invitado

¿Conoce o ha leído sobre algún funcionario público ladrón o que esté en el cargo solo por ser pariente de un poderoso? Yo también.

En cumplimiento a una promesa de Andrés Manuel López Obrador, la Cámara de Diputados aprobó recientemente topar los sueldos de servidores públicos al salario del próximo presidente (108 mil pesos mensuales brutos), lo cual derivará en el recorte del 50% o más de las percepciones actuales de los altos funcionarios. La rebaja irá acompañada del despido de hasta el 70% de los servidores públicos de confianza, así como la eliminación de seguros de separación, pólizas médicas, choferes y celulares de aquellos vistos como miembros de burocracia dorada, abusiva y derrochadora, raíz del origen de los males del país.

Suena bien. ¿Cómo no simpatizar con tal austeridad ante los excesos de la clase gobernante? ¿Cómo no preferir que el dinero público sea utilizado en escuelas o carreteras y no en la adquisición de camionetas blindadas o comilonas?

Suena bien, pero no está del todo bien. Asumir que los funcionarios públicos son la causa de los problemas y no parte de la solución es injusto; el argumento de que el recorte indiscriminado de plazas y salarios no afectará la operación del gobierno y que liberará recursos suficientes para pagar los programas sociales y proyectos de infraestructura es falaz.

Es injusto asumir que todos o una mayoría de funcionarios del Estado viven en el derroche y la indolencia. Como servidor público de confianza en tres administraciones distintas, me he encontrado con el típico recomendado o el que cobra por hacer nada. Pero, al mismo tiempo, he conocido a docenas de funcionarios extraordinarios: cónsules defensores de migrantes; negociadores comerciales; expertos en deuda pública; biólogos marinos; ingenieros forestales; licenciados, ingenieros, maestros, doctores, técnicos, con estudios en México y el extranjero, la mayoría honestos y sin membresías partidistas.

El trabajo no se hace solo. Es iluso pensar que la eliminación del 70% de la estructura no afectará la provisión de servicios, como ingenuo es suponer que salarios deprimidos no impedirán allegarse...

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