Colaborador Invitado / Colombia y su ley de víctimas

AutorColaborador Invitado

Mauricio Builes

Jefe de Comunicaciones e Impacto Público del Grupo de Memoria Histórica de Colombia.

El pasado 22 de julio asesinaron a una mujer en Turbaco, un poblado cercano a Cartagena de Indias, Colombia. Se llamaba Keila Berrío, tenía 31 años, era líder de la comunidad y miembro de la Liga de Mujeres Desplazadas del departamento de Bolívar. Pocos se enteraron de su muerte y nadie sabe sobre la suerte de sus tres hijos, ahora huérfanos. Sólo un aviso miniatura en el periódico regional daba cuenta de que había sido acuchillada en su propia casa. No fue más. Un mes antes, otra campesina, Ana Fabricia Córdoba, fue asesinada de un balazo en la cabeza dentro de un bus en una ladera de Medellín. Era de Urabá, una región bananera que limita con Panamá y que ha visto pasar todas las guerras internas de Colombia desde hace medio siglo. Una de tantas hizo que Ana se desplazara a Medellín hace casi una década. Una de tantas fue la que la mató en junio.

Sin embargo, aunque las dos compartían una historia como mujeres campesinas: madres solteras, líderes, desplazadas y defensoras de los derechos humanos, la muerte de Ana ocupó a los periodistas colombianos por más de una semana. ¿La razón?: ocho días después de su muerte, la Ley de Víctimas y de Restitución de Tierras sería sancionada por el presidente Juan Manuel Santos, en un acto sin precedentes en la historia de Colombia. Por primera vez el país había decidido reparar a no menos de 5 millones de personas (la ley cuesta 30 billones de pesos colombianos) a las que se les ha arrebatado a sus familiares, o se les ha vulnerado en su integridad física, o se les ha despojado de sus bienes y de su tranquilidad. Lo ocurrido a Ana Fabricia sirvió entonces para hacer la pregunta obligada, ¿para qué servirá la ley si en Colombia las balaceras siguen siendo un lugar común?

El presidente Santos respondió el día que radicó el proyecto en el Congreso: "esta ley no es un puerto de destino, sino apenas una grilla de partida". Lo que sigue de ahora en adelante es una carrera de obstáculos para lograr que lo que está en el papel se pueda aplicar en las zonas más apartadas y que por años han estado en el desamparo. Que a nadie se le olvide algo que no es poco: Colombia sigue en guerra. Se aprobó una ley de víctimas la misma semana en que la lista de líderes campesinos asesinados desde que Santos se posesionó llegaba a 13.

Pero ésa es apenas una de las etapas de la carrera. Antes se había tropezado con un obstáculo...

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