Colaborador Invitado / Adriana Dávila Fernández: Ganar, arrebatar

AutorColaborador Invitado

"El PRI sí sabe gobernar". Esa fue la frase preferida de los priistas cuando ganaron la Presidencia de la República. Se dijo una y otra vez que ellos sí tenían "oficio político", porque, además, habían conseguido que los partidos de oposición firmaran, con bombo y platillo, el Pacto por México.

Muchos senadores y senadoras nos opusimos a ello, no por lo que significaban los temas para este país, sino porque, quienes hemos vivido de cerca las ofensivas de los gobiernos priistas, sabemos que el PRI no cumple acuerdos a menos que sean bajo sus condiciones y su beneficio electoral; está en su ADN.

No obstante, el PAN y quienes integramos sus bancadas en el Congreso de la Unión asumimos nuestro compromiso y acompañamos al Gobierno en estos acuerdos, en estas llamadas reformas estructurales, porque en el sexenio 2006-2012 padecimos el egoísmo puro y llano del PRI, que ha demostrado, una y otra vez, que lo único que le importa es la política electoral.

En ese contexto, el PAN adoptó como una de sus prioridades el Sistema Nacional Anticorrupción, por estar seguro que con él los ciudadanos recuperarían la confianza en la clase política. Lamentablemente, el estado actual de las cosas es de parálisis gubernamental, porque el PRI no sabe gobernar, no ha logrado la implementación eficaz de esa y el resto de las reformas.

Hoy es más evidente el verdadero rostro del PRI. El Presidente Enrique Peña Nieto y su Partido abandonaron al país, le mintieron a los mexicanos, como lo hicieron los gobiernos priistas durante siete décadas en el siglo pasado, y para muestra un botón:

Hoy somos el país catalogado como el más corrupto de Latinoamérica. "La nueva generación de gobernadores priistas" resultó ser una farsa: César Duarte, Javier Duarte, Roberto Sandoval, Tomás Yarrington, Roberto Borge y Rubén Moreira, entre otros, encabezados por el titular del Ejecutivo; y varios servidores públicos, como los involucrados en casos escandalosos de corrupción -la Casa Blanca y Odebrecht- lo demuestran.

¿Y cuál ha sido la respuesta del...

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