...Y 'coincidir'

AutorJuan Carlos Garda

Germán Dehesa siempre le agradeció a Alberto Escobar que no le hubiera dado el síndrome de Juan Rulfo: asustarse después de haber escrito una gran obra y después dejar de crear hasta desaparecer.

"Coincidir" es la pieza a la que se refería el desaparecido columnista de MURAL, quien si no hubiera muerto en el 2010, sería uno de los amigos que mañana acompañaran al cantautor tapatío en el Teatro Diana para celebrar 30 años de su creación.

Considerada el parteaguas de la Nueva Trova Mexicana, "Coincidir" ha sido traducida a 17 idiomas e interpretada millones de veces por profesionales y espontáneos en discos, teatros, peñas y veladas bohemias.

En el imaginario colectivo muchas veces su autoría se le atribuye a Silvio Rodríguez, Nicho Hinojosa o Fernando Delgadillo.

"Esta canción va a marcar para siempre tu vida y tu carrera", recuerda Escobar que le advirtió el periodista Jaime Muñoz Polit al poco tiempo de su nacimiento público en un concierto en la desaparecida Peña Cuicacalli en 1984.

La interpretó el dueto Enrique Ortiz y Raúl Rodríguez, éste último el responsable de ponerle música al poema que el artista, de entonces 35 años, empezó a escribir en la sala de espera de un dentista frente al templo de El Expiatorio y concluyó esa misma tarde en su casa de Providencia.

"Me vino de golpe, agarré un papel y en un momento ya tenía la primera estrofa", recuerda Escobar abrazando su guitarra en una charla en su estudio de AE Ediciones, donde ha editado desde hace más de una década los primeros discos de jóvenes autores.

Dos días después en una cena familiar, Rodríguez le presentó la canción ya con música.

La letra, coinciden quienes conocen a Escobar, es un reflejo de las inquietudes existencialistas que el cantautor siempre ha manifestado y que hoy lo hacen, en sus propias palabras, un agnóstico moderado que sigue yendo a misa.

La casa familiar de Escobar, primero en el barrio del Santuario y después en la Colonia Ladrón de Guevara, tuvo como pilar un matrimonio conservador donde el padre fue formado intelectualmente en el Seminario y estuvo a punto de ser fusilado tres veces durante la guerra Cristera.

En ese contexto, el mayor de siete hermanos les salió artista, el que hacía preguntas y encontraba pocas respuestas en la teología o en la filosofía. Lápices Prismacolor y un radio de bulbos son los objetos que, recuerda Escobar y se le iluminan los ojos, definieron en su infancia dos vocaciones que han convivido y lo han enfrentado con su...

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