Claudia Ruiz Arriola / The top tortilla

AutorClaudia Ruiz Arriola

Antes de apuñalarse los órganos vitales frente a las puertas de MURAL cual enfebrecidos ninjas globalifóbicos, dejen explicarles por qué en este mes de la Patria me lanzo al ruedo con un título en el idioma de nuestro devaluado vecino del norte, (si no los convenzo, pueden hacer con el pérfido puñal lo que les dé la gana, siempre y cuando respeten la famosa máxima de Talleyrand que dice: "se puede hacer cualquier cosa con una bayoneta menos sentarse sobre su punta").

El título de hoy me lo presta una cena mexicana en la que unos connacionales discutían con una pareja de gringos los devaneos amorosos de alguna dama conocida. Conforme trascurría la cena, iba rolando la canasta de tortillas recién hechecitas y los invitados buscaban en el fondo de la canasta una tortilla que hubiese guardado el sabroso calorcito del comal. Hacia el final de la cena, y pese a los buenos oficios que había prestado para mantener la temperatura de las demás, sola y despreciada quedó la tortilla de arriba (the top tortilla). Agudo de percepciones, el gringo llegó a la conclusión que la dama cuya vida amorosa se discutía tenía mucho en común con the top tortilla: todos la manosearon y la usaron, pero -a la hora de la hora- nadie la quiso.

Al margen del uso que curas y moralistas puedan dar a esta historieta, a mí no me interesa hablar de las damas de la vida alegre (en esta vida -dice José Antonio Marina en su "Etica para Náufragos", Ed. Anagarama- cada quien tiene el copyright de sus alegrías).

Yo lo que quiero pensar -más bien no quiero pensarlo, pero todo me empuja a ello- es que en nuestro país la Constitución es como la top tortilla: todos la manosean y la usan para sus fines, pero a la mera hora, nadie le cumple. No hay artículo constitucional que no se invoque a favor de los más variopintos y contradictorios intereses y, a la hora de la hora, no se le haga a un lado para arreglar el asunto de manera extralegal (¿de a cómo no, mi Lic?).

Vean por ejemplo el manoseo constitucional que se ha hecho recientemente en la Cámara de Diputados federal (que más bien parece cámara húngara) con el asunto del desafuero del senador priista Ricardo Aldana. Por más de un año, hemos leído y escuchado densas argumentaciones legales sobre la necesidad, posibilidad y conveniencia de llevarlo a enfrentar la justicia por el "desvío" de 500 millones de pesos.

Para todos es obvio que robar dinero de la Nación para la campaña de Francisco Labastida fue un acto ilegal y no un mero...

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