Claudia Ruiz Arriola / Medios, ¿evangelizadores?

AutorClaudia Ruiz Arriola

Hace unos días del Vaticano salió un documento curioso. Se trata de una Carta Apostólica dirigida a los responsables de los medios de comunicación social donde la Santa Sede reconoce que éstos son un "bien destinado a toda la humanidad" (n.9), por lo que la Iglesia tiene el deber de "integrar su mensaje salvífico" (n.2) en ellos, ya sea a través de pastores que "eviten su uso adulterado" (n.9) u obligando a los concesionarios a crearles un espacio por medio de "oportunas medidas legislativas" (n.11) (¡Bienvenidos al Sacro Imperio!).

A mí -que hace más de una década disolví mi matrimonio con la Iglesia- este documento me parece "curioso" porque el piropo de ser "bienes de la humanidad" emana de una autoridad que alguna vez equiparó a los medios de comunicación con el invento más pérfido de la mente humana (la imprenta nunca gozó de la venia vaticana); consideró que la información era pecado (el pequeño Larousse ilustrado fue incluido en el Index Librorum Prohibitorum. ¡Con razón tengo varios!); y destruyó las obras de grandes pensadores gnósticos, islámicos y judíos (París, 1215) sin que ninguna "oportuna legislación" les hiciera un huequito para exponer sus doctrinas y razones.

También el papado, ese que hoy reclama su espacio en los medios por la buena o la mala, mandó encarcelar en el Castel Sant'Angelo a los "encargados de difundir novedades" (periodistas de la época cuyas noticias del progreso humano y/o la corrupción eclesiástica se atoraban en el paladar papal) y organizó una sabrosa parrillada cortesía de todo el que discrepara de su Magisterio (Montségur, 1244). Ya en el siglo 20, Paulo Sexto -hijo de un periodista, al fin y al cabo- decidió hacer migas con la prensa, radio y TV a través de la Inter Mirífica, documento sobre la Iglesia y los medios cuyo aniversario conmemora la nueva carta apostólica.

Todo esto está muy bien, pues en el mundo actual nadie niega que los católicos (y los creyentes de todos los credos) puedan y deban participar en los medios de comunicación. Pero quien quiera entrarle al juego mediático en una sociedad plural debe hacerlo bajo las reglas democráticas vigentes y no bajo reglas dogmáticas de su autoría y propiedad. Porque ocurre que los medios son una conquista de la sociedad democrática donde el ideal -nunca alcanzado, siempre anhelado- es ser...

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