Claudia Ruiz Arriola / La eutopía

AutorClaudia Ruiz Arriola

Ya sé que uno de mis dos pulcros lectores no aguantará la tentación de sacar su computadora modelo Exlax AK-47 (esas cuyo teclado laxante permite desahogarse primero y averiguar después) y purgar su conciencia de la visceral incomodidad que mi título de hoy le ocasiona (eso, en el remoto e hipotético caso de que mi pifia escape a la certera vista de mi editora). "A esta burra le sobró una e", dirá el lector de marras con el enfado propio de quien anda buscando prietitos en el arroz (Fox y su vocero dicen), "utopía -sentenciará tras consultar con la Real Academia- va con u, no con e".

Pues sí y no. Si nos referimos a la grandiosa e irrealizable visión de Tomás Moro (compartida por Campanella, Owen, Marx y el PRD) de una sociedad perfecta, sin desigualdades sociales, conflictos ideológicos, ni persecuciones religiosas; un paraíso idílico donde cada cual "aporta de acuerdo a sus capacidades y toma sólo lo necesario para vivir", el lector estaría en lo correcto: a mi título le sobra una e. Pero si nos referimos a la visión más humilde y práctica de Muhammad Yunus, flamante ganador del Nobel de la Paz, entonces a la palabreja acuñada por Moro hay que anteponerle una e.

Porque ahí donde Moro reconoce que su ideal de paraíso perdido es imposible sin recurrir a la tiranía y/o la violencia (utopía viene del griego u, "inexistente", y topos, "lugar"), Yunus le apuesta a un modelo mucho más prometedor y pacífico: la creación de una eutopía (de eu, "bueno", y topos, "lugar"); una buena sociedad donde la generación de riqueza y la erradicación de la pobreza no sean mutuamente excluyentes, ni la justicia sea monopolio exclusivo de unos cuantos sino una responsabilidad compartida; donde las ideologías no dividan a los hombres en "pobres buenos" y "ricos malos". Lo que Yunus propone -y el Nobel premia como estrategia para la paz y la justicia social- es ni más ni menos que el modesto concepto de vida buena de Aristóteles: "hacer el bien y prosperar haciéndolo" (Ética Nicomáquea).

Y va más allá de los 5 mil 720 millones de dólares que el Banco Rural de Yunus ha prestado a sus 6.5 millones de clientes -en su mayoría mujeres- para proyectos productivos o emergencias personales: el mérito del más reciente Nobel de la Paz es dar un mentís rotundo a quienes sostienen que una empresa con fines de lucro no puede ser parte de una estrategia para combatir la pobreza y/o que todo compromiso genuino con la justicia social pasa por el apoyo incondicional a los viejos...

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