Claudia Ruiz Arriola / Besando sapos

AutorClaudia Ruiz Arriola

El pasado 5 de mayo, el reino de Walt Disney cumplió sus primeros 50 años de vida, demostrando al mundo lo que la imaginación humana puede lograr si se le conjuga con un trabajo tesonero. Fundada en 1923 sobre poco más que las fantasías infantiles de un hombre, la Walt Disney Company es hoy un emporio de 11 parques de atracciones, 35 hoteles, 2 cruceros de lujo, tres compañías cinematográficas, dos televisoras, un estudio, varias editoriales, una distribuidora de juguetes, playeras, lapicitos, loncheras y todo producto donde se pueda imprimir el logotipo de la compañía y/o alguno de sus famosos personajes.

Originalmente confinadas a la pantalla grande, las creaciones de Disney dejaron de ser proyecciones de luz en 1955 con la construcción del Parque de atracciones Disneylandia en Anaheim, California. Pronto, este territorio se fue poblando de ratones simpáticos, patos marineros, princesitas en aprietos y brujas malas, carrozas doradas jaladas por caballos percherones y sapos convertidos, por la virtud de un casto beso, en magníficos príncipes azules.

A 50 años de su fundación, ni quién niegue que crear un islote de fantasía en medio del tormentoso mar de la Guerra Fría fue genial. Y no sólo por los jugosos dividendos económicos cosechados por Disney, sino porque la construcción de un parque de atracciones para todo público permitió a chicos y grandes dar rienda suelta a sus sueños, su imaginación y su inventiva en un espacio diseñado para ello. ¿Quieres que tu calabaza se convierta en carroza sin el menor esfuerzo? Basta esperar la aparición de un hada madrina y cantar con ella: zanacadula chachicomula bibidi babidi bum... ¿Quieres que ese sapo galán que te acosa en la escuela o la oficina se convierta en un educadísimo, rico y guapo príncipe azul? Dale un beso. ¿Quieres remontarte por los aires? Cierra los ojos y piensa en Peter Pan.

En las 20 mil hectáreas de Disneylandia no hay imposibles; en eso consiste la magia de Walt Disney. Los imposibles están afuera, en el mundo real, donde los ciudadanos (Walt y Roy Disney incluidos) tuvieron que trabajar, esforzarse, luchar por lo que querían y merecían sus desvelos. Y es que en el vecino País del Norte, entre las fantasías de Disney y el mundo real hay una frontera muy bien definida entre...

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