Claudia Ruiz Arriola / Síndrome de la rana hervida

AutorClaudia Ruiz Arriola

Dicen en España que si a una rana la metes en agua hirviendo, de inmediato reacciona y brinca fuera para evitar cualquier daño; pero si a la misma rana la metes en agua fría y poco a poco vas ajustando la temperatura hasta llegar al punto de ebullición, el organismo del bichito se adapta paulatinamente hasta que, sin luchar, protestar o intentar escapar, muere hervido.

Dicen los que saben de estas crueldades y otras torturas a los animales (o séase los taurinos españoles) que este comportamiento se da en bastantes seres vivos -el hombre inclusive- y que tiene que ver con algo que se llama el "umbral de tolerancia".

Según esto, cuando un ser vivo llega de golpe y porrazo al límite de su aguante, su instinto de conservación lo lleva a tratar de escapar violentamente de la amenaza; pero cuando ese límite se alcanza gradual y paulatinamente el organismo se acostumbra, se resigna y su voluntad de lucha se adormece, hasta que lenta y tranquilamente le llega la muerte. Una rana llevada al límite de manera violenta e inesperada lucha, y quizá sobreviva; la otra, simplemente se adapta hasta morir, con tal de no salir de su zona de confort.

Algo similar nos sucede a los mexicanos: enfrentados al hervidero de la guerra contra el narco criticamos duramente al Gobierno por el creciente número de víctimas producidas por su estrategia, pero en los temas del diario nos hemos acostumbrado al agua tibia y a los malos Gobiernos con una rapidez absolutamente pasmosa.

Tenemos, bien dice Calderón, un problema de percepción. Pero el Mandatario se equivoca al creer que éste se limita a la guerra contra el narco; nuestra miopía es más profunda, pues todavía no nos cae el veinte (ni a Calderón) que la degradación diaria de las instituciones y liderazgos políticos son lo que le da al narco su ventaja competitiva.

Y es que ni duda cabe que los ciudadanos de este País hemos sufrido a tal grado el embotamiento de nuestra capacidad de asombro que cosas que debieran hacernos trinar de indignación y exigir el cese de las "autoridades competentes" (sic) que lo permiten, las vemos como si fueran de lo más "normal".

Digo, en nuestro País es normal que un ex diputado pueda desmantelar las vías del tren (que amén de ser sacrosanto patrimonio de la Nación seguro son piezas de museo de la época porfiriana) y salir libre al día siguiente, como ocurrió recientemente en Querétaro.

Es normal que por medio de la descarada compra de autoridades haya secuestradores y homicidas que...

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