Claudia Ruiz Arriola / Posada legislativa

AutorClaudia Ruiz Arriola

Compadezco a nuestros diputados federales que, merced a su desgana y distracción en la grilla, ahora deben chambear durísimo en el periodo extraordinario de sesiones y quedarse sin vacaciones. No es grato tener que trabajar y hacer lo que uno no hizo en todo el año en apenas unas cuantas semanas pletóricas de pachangas y tentaciones lúdicas. Todos se van a descansar mientras ellos siguen intentando vanamente -a la Proust- recuperar el tiempo perdido.

No hablo de oídas, de verdad sé lo que se siente. Dado que pasé casi toda mi vida estudiantil con el interés intelectual registrando gélidas temperaturas bajo cero, mi boleta de calificaciones solía parecerse a la de los alcaldes salientes de la zona metropolitana de Guadalajara: arriba de 7 todo era vanidad, un 6.1 era completamente digno y aceptable; y había rubros -como las matemáticas o la reforma fiscal- que conducían a la obligada participación en la comisión permanente y/o el periodo extraordinario de sesiones de estudio (en mi tiempo no existía la venturosa excusa de padecer Síndrome de Atención Deficitaria).

Así, mientras amigos y familiares se divertían, por estas fechas yo entraba de lleno en la negociación con los partidos (o sea, quebrados), las fracciones (parlamentarias) y las retrógradas integrales. Por eso sé que no es fácil intentar trabajar con seriedad y lógica cuando nuestro hábitat se llena de bodrios visuales como palmeras tropicales cuajadas de estalactitas (¿?), árboles encorsetados con luminosas boas constrictor, escuálidos renos de bejuco en los tejados y, un ejército de nocturnos santa closes, monos de nieve y winni pús que pasan el día más desinflados que Saddam Hussein.

Afortunadamente y para paliar los estragos neuronales de ver tanto absurdo decorativo, desde hace 398 años se celebran en nuestro País las tradicionales posadas. Mucho han contribuido estas celebraciones a que México sea lo que hoy es. Llamadas originalmente "fiestas del aguinaldo" por los antiguos aztecas (o "fiestas del bono" por los legisladores locales), las posadas vinieron a sustituir las festividades del dios de la guerra Huitzilopochtli por nueve días de cenas y convivencias donde -por obra del Espíritu Santo y otros espíritus etílicos- debe gestarse la armonía y esperanza que anuncian el nacimiento de El Salvador. El...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR