Claroscuros de un caudillo

AutorDaniel de la Fuente

Era muy temprano ese 20 de julio de 1923 cuando Pancho Villa se puso al volante del Dodge 1922 y salió de su Hacienda Canutillo, en el municipio duranguense Ocampo, rumbo a Parral, Chihuahua.

De acuerdo con las reseñas, el Centauro del Norte no avanzó mucho cuando fue emboscado por tiradores que dispararon cerca de 100 balas, 16 de las cuales mataron al líder de la División del Norte. Otras mataron a su escolta, Miguel Trillo.

Históricamente, el plan de su muerte se atribuyó al Presidente Álvaro Obregón para evitar que Villa saliera del exilio e impidiera la sucesión de Plutarco Elías Calles. El crimen lo habría cometido con el respaldo de Estados Unidos.

Así llegó a su fin una de las leyendas más fuertes en la historia de México: la del bandolero analfabeto convertido en caudillo, gran estratega militar y, más tarde, en su retiro, asesinado a mansalva a sus 45 años.

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Hay obras que narran de manera amplia la vida del revolucionario: los dos tomos de Pancho Villa, de Friedrich Katz; Pancho Villa. Una biografía narrativa, de Paco Ignacio Taibo II, y El general Francisco Villa, de Manuel Bauche Alcalde, que sirvió como base para Memorias de Pancho Villa, de Martín Luis Guzmán, y Pancho Villa. Retrato Autobiográfico, 1894-1914, de Guadalupe y Rosa Helia Villa, nietas del caudillo.

Sobre todo el de Katz profundiza en el viaje de Doroteo Arango, su nombre real, nacido el 5 de junio de 1878 en San Juan del Río, Durango, hasta convertirse en Villa; en su época de bandolero y en el misterio de su adhesión a la causa maderista, que en primera instancia se habría debido a su deseo de venganza contra la familia López Negrete para la que trabajó.

No hay constancia de esto, pero sí un corrido:

Camino real de Durango / adornado con nopales; / huye Doroteo Arango, / lo persiguen los rurales. / Lo siguen por un delito / para llevarlo a prisión; / en el rancho Gogojito / herido dejó al patrón. / El patrón quería mujer / con intenciones malsanas: / entonces pensó escoger / entre una de sus hermanas.

De la mano del maderista Abraham González y otros, Villa abrazó la causa, que lo llevaría a lo largo de los años a protagonizar pasajes relevantes de aquel periodo convulso de la historia nacional: las batallas de Ciudad Juárez, Torreón y Zacatecas, su periodo como Gobernador de Chihuahua, la invasión a Columbus. Y, claro, a numerosos excesos que, ha dicho su nieta Rosa Helia, fueron propios de la época.

"Villa tuvo cosas muy terribles, pero una vez que te...

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