Clarísimo que es rompope
Autor | Claudia Mendoza |
Los fogones conventuales dieron a la cocina mexicana inigualables delicias que aún hoy son emblemáticas de la gastronomía nacional, pero sin duda muchos agradecen a estas delicadas manos la creación del rompope.
Esta dulce y generosa bebida que se ha servido por años fue creación de las monjas clarisas, quienes mezclaron huevos, canela, azúcar, leche y algún tipo de aguardiente, ron o alcohol, para ofrecerla a sus visitas sin degustarla ellas mismas.
Sin embargo, gracias a la labor de una mestiza del convento que aprendió a elaborarlo bien, el consumo de este dulce licor fue autorizado a los religiosos, con el argumento de que una copita no le hacía daño a nadie, afirma el sitio es.catholic.net.
"Como ya se había dado el primer paso y su sabor fue tan aceptado por las familias de las monjas, decidieron comercializarlo y en él, las monjas clarisas encontraron un buen sustento para la congregación", explica el sitio.
Si bien existen en la actualidad variedad de recetas de rompope y otras elaboraciones más industrializadas, la mezcla tradicional incluye azúcar, almendras, leche, ron, yemas de huevo, vainilla y/o canela, con un balance que permite que el alcohol no predomine, sino que los demás ingredientes le aporten equilibrio en sabor, indica la página web.
Ricardo Muñoz Zurita, chef e historiador gastronómico, menciona que la preparación de esta bebida en México se desarrolla entre los siglos 17 y 18.
"Es un periodo en el que se hacen muchos postres a base de yema de huevo, como el flan, el huevo real, la copa nevada y la isla flotante, y además se contó con la vainilla y el ron que llegaba de alguna de las islas caribeñas.
"Es un leyenda lo del uso de las claras de huevo para la construcción de los altares y que por eso las yemas iban a dar a los conventos.
"Se dice que se usaba la clara de huevo para pegar la madera y el oropel en las iglesias, y como sobraban yemas, se usaban para hacer estos postres, pero no, es una anécdota que no es real", explica el chef.
Y es que el uso del huevo en platillos conventuales y propios del Virreinato obedecía a lo apreciado que resultaba este alimento, el cual alcanzó gran estima en el medio gastronómico.
"Era como ahora hablar del caviar o la langosta. Fue un alimento muy preciado y se desarrollaron comidas con la yema o también con la clara", añade el chef e historiador gastronómico.
La bebida se sigue elaborando en algunos conventos de Puebla, Tlaxcala, Michoacán y Veracruz, explica Muñoz Zurita, así...
Para continuar leyendo
Solicita tu prueba