'El ciudadano Obregón'

AutorCarlos Silva Cázares

Las primeras dos décadas del Siglo 20 mexicano nacieron convulsionadas. En un País donde la guerra civil, el olor a polvo y a metralla eran una costumbre, difícilmente las condiciones tendían a cambiar. El comienzo de los años 20 no fue la excepción. Durante la mayor parte de la década posrevolucionaria, los conflictos de orden político y militar se dirimieron en la arena de los campos de batalla. Los levantamientos armados, la traición y el asesinato fueron el común denominador.

Al acercarse la carrera por la Presidencia, en los primeros meses de 1920, las relaciones entre el Presidente Venustiano Carranza y el grupo sonorense estaban prácticamente rotas. A pesar de que Alvaro Obregón era el hombre llamado a gobernar, el Primer Jefe intentó por todos los medios imponer a un candidato civil. Ignacio Bonillas, cónsul en Washington, era su gallo.

En el medio político nacional, Bonillas era un desconocido, por lo que fue bautizado con el sobrenombre de "Flor de te" en alusión a una obra de teatro que estaba de moda en el México de aquellos días. Para Obregón, en su camino hacia la silla presidencial, Bonillas no era obstáculo. Era un hecho, los sonorenses -Obregón, Calles y De la Huerta- ya no tenían rivales.

Mientras los candidatos recorrían el país realizando proselitismo, Carranza se enfrascó en un severo enfrentamiento con el Gobernador de Sonora, Adolfo de la Huerta. Para el sonorense, que contaba con el apoyo de Calles y otros generales, el conflicto fue tan sólo un pretexto para dar el siguiente paso, el 23 de abril de 1920, De la Huerta y Calles promulgaron el Plan de Agua Prieta y se levantaron en armas contra Carranza.

En las semanas anteriores al comienzo de la rebelión de Agua Prieta llegó a México el escritor español Vicente Blasco Ibáñez, quien venía de realizar una gira literaria por La Habana y gran parte de Estados Unidos. La efervescencia política desatada por la campaña electoral despertó su instinto periodístico. Vio con ojos ajenos, aunque nunca distantes, que el México posrevolucionario continuaba sumiso ante las leyes dictatoriales de los militares y entrevistó a los protagonistas de la historia. De su experiencia, en el mismo año de 1920, publicó El militarismo mejicano.

Blasco Ibáñez conversó con Obregón en la Ciudad de México. El encuentro se realizó en el Restaurante Bac. En forma desenfadada, el general comenzó la charla hablando de las excelencias de una bebida de su invención y animó al escritor hispano a...

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