AGENDA CIUDADANA / Petróleo, élites y sociedad

AutorLorenzo Meyer

La teoría y la realidad

Desde 1938 es un lugar común afirmar que los mexicanos, todos, somos los dueños del petróleo que hay en nuestro país. Que justamente el hacer propiedad pública un recurso natural que antes lo fue de un puñado de extranjeros, fue el principal resultado de la expropiación y nacionalización de tan importante y cada vez más valioso combustible fósil.

Sin embargo, en la práctica el mexicano común y corriente difícilmente se ha sentido copropietario de una industria en cuyo manejo nada ha tenido que ver. Se necesita de un verdadero esfuerzo de imaginación para que el ciudadano común se piense a sí mismo como copropietario de un petróleo que hoy supera ya la barrera de los 100 dólares por barril. En la práctica, sólo una minoría ha tenido razones objetivas para sentir que el petróleo era suyo: los miembros del sindicato de trabajadores de Pemex (en particular sus dirigentes), los técnicos y altos mandos de la empresa y, por encima de todos, el presidente de la República. Y es que hasta ahora han sido sólo ellos los que han tomado las decisiones en la materia.

Desde el inicio de la actividad petrolera, todo lo concerniente a su explotación y sus beneficios ha sido asunto de pocos. En apenas dos ocasiones la sociedad sólo ha sido tomada en cuenta como algo más que meros observadores o consumidores: inmediatamente después de la expropiación de marzo de 1938 y en la actualidad.

Para entender la importancia que hoy reviste la participación masiva en la formulación de la política petrolera, hay que contrastarla con lo ocurrido en el pasado.

El principio

Las primeras leyes mexicanas sobre hidrocarburos se formularon en un ambiente donde los ciudadanos eran una auténtica minoría. Al privatizarse el petróleo en 1884 casi nadie en México tenía idea de su importancia. Cuando se aprobaron las últimas legislaciones petroleras en el porfiriato -1892, 1901 y 1909- ya había una vaga conciencia del valor de los hidrocarburos pero sólo entre las élites. En esas legislaciones, y además del presidente Porfirio Díaz, apenas si participaron en su formulación funcionarios de la Secretaría de Fomento, la Academia Mexicana de Jurisprudencia y algunos geólogos, más los empresarios extranjeros dueños de los terrenos petroleros recién adquiridos. Como en muchas otras áreas, la sociedad fue una simple espectadora de la formulación de una política oligárquica que privatizó y extranjerizó de arriba a abajo a esta industria recién nacida.

Revolución y...

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