Agenda Ciudadana / México y su dualidad histórica

AutorLorenzo Meyer

Dos estructuras y un sólo poder verdadero

Según Jorge Zepeda Patterson, no hace mucho la pregunta correcta era "¿Qué hacemos [los mexicanos] con Elba Esther Gordillo? [la poderosa líder del SNTE]", pero hoy la interrogante es la contraria y más preocupante: "¿Qué va a hacer Elba Esther con todos nosotros?" (El Universal, 3 de junio). Los que gobiernan desde fuera del gobierno -los poderes fácticos- siempre han existido, pero hoy en México su poder es tal y tan evidente la debilidad de nuestra democracia, que el resultado puede ser la demolición de esta última. Es verdad que la Suprema Corte le acaba de cerrar el camino a las televisoras que el año pasado manipularon al Congreso para imponer su propia ley y perpetuar así sus privilegios duopólicos, pero esa batalla por subordinar a los poderosos al interés colectivo es sólo parte de una guerra que está lejos de haberse ganado.

En el siglo XX fue Rusia el país que ofreció el caso más patente de un Estado con dos estructuras o sistemas de organización del poder y el resultado final fue muy negativo. En efecto, tras la revolución de 1917, el Soviet Supremo, supuestamente electo por sufragio universal, se presentó como la sede de la soberanía rusa. Sin embargo, la realidad fue muy distinta, pues al lado de los soviets surgió otra estructura igualmente nacional pero no democrática, el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), que terminó por imponerse como la sede del poder real.

Y el problema no es exclusivo de sistemas autoritarios. En 1961, en su mensaje de despedida, el presidente norteamericano Dwight Eisenhower advirtió a sus conciudadanos sobre la existencia de un "complejo industrial-militar" que era capaz de imponer sus prioridades a un gobierno que, en principio aparecía como democrático y fuerte.

Desde su independencia y hasta la fecha México es otro ejemplo de la contradicción y el problema de tener dos estructuras de poder político, una formal y otra real. En realidad, el analista político no podría entender un buen número de decisiones o procesos del último par de siglos, si sólo pone la mirada en el espacio del gobierno formal y no toma en cuenta la existencia de ese otro, cerrado a la observación y a la participación ciudadana -caciques, empresarios, gobiernos extranjeros, medios de difusión, jerarcas eclesiásticos, líderes sindicales, crimen organizado, etcétera- y que suele ser la verdadera fuente de muchas de las decisiones de la autoridad.

El inicio

Un hecho fundamental...

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