Agenda Ciudadana / La democracia ¿la estamos consolidando o desconsolidando?

AutorLorenzo Meyer

Una posibilidad

Si el discurso del presidente mexicano es un reflejo relativamente fiel de la realidad de nuestro país, entonces México es una democracia más o menos cargada de energía y que marcha por el camino de la consolidación, es decir, a convertirse en una forma de vida, pues su horizonte es bastante claro, el sol brilla y el viento sopla a favor. Sin embargo, fuera de "Los Pinos" el reporte del clima político es muy diferente: el horizonte democrático está lleno de nubes obscuras y soplan vientos fríos y duros en contra. Desde esta última perspectiva, la consolidación no es segura y si no se toman providencias, existe la posibilidad de una "desconsolidación".

Un politólogo norteamericano, Larry Diamond, considera que la consolidación de la democracia en países que acaban de salir de una etapa autoritaria, como es nuestro caso, se puede definir como el momento en que un amplio y profundo proceso que busca lograr la legitimidad del régimen democrático alcanza ese punto donde, tanto en la mente de las masas como en la conducta de las élites, dejan de considerarse otras alternativas (Developing Democracy. Toward Consolidation, 1999, p. 65). Según esta definición, en México la situación es, en el mejor de los casos, ambigua.

'La mente de las masas'

De acuerdo con el "Informe sobre el Desarrollo de la Democracia en América Latina" dado a conocer el 21 de abril por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el 54.7 por ciento de los latinoamericanos estarían dispuestos a aceptar un régimen no democrático -autoritario- si resulta que ésa es la forma de resolver los problemas económicos de la región. Desafortunadamente, México no parece ser una excepción a esa generalización, sino todo lo contrario: una confirmación.

La "Segunda Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas" publicada el año pasado por la Secretaría de Gobernación, encuentra que únicamente el 45 por ciento de los encuestados de una muestra representativa considera que México es una democracia, en tanto que el 29 por ciento simplemente no sabe -ni parece que le importe- en qué tipo de sistema político está viviendo (p. 9). Por lo que se refiere a la calidad de la democracia, menos de la cuarta parte -el 23 por ciento- la encuentra satisfactoria en tanto que casi dos terceras partes -60 por ciento- la consideran parcial o totalmente insatisfactoria (p. 10). Y lo que es aún más alarmante, otro 60 por ciento está de acuerdo con la siguiente propuesta antidemocrática: "unos cuantos líderes decididos harían más por el país que todas las leyes y promesas"...

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