Ciudad Juárez: un intento

AutorJésica Zermeño

En septiembre de 2011, un psicólogo, un maestro y una promotora de derechos humanos llegaron a la colonia Puerto de Anapra, una de las más conflictivas de Ciudad Juárez, para trabajar tres horas diarias con 30 jóvenes. La misión de los profesionales era darles un proyecto de vida distinto al de ser reclutados por Los Aztecas, lo que podría convertirlos en un futuro cercano en traficantes, burreros o sicarios de La Línea, el brazo armado del Cártel de Juárez.

Ahí, en una zona llena de casas mal construidas, con calles sin pavimentar y sin drenaje, y la presencia del crimen organizado en cada esquina, los tres especialistas dedicaron entre 700 y 800 horas por 11 meses -hasta agosto pasado- a enseñarles a los adolescentes que eran sujetos con derechos, que podían incidir en su comunidad y que debían concluir sus estudios, la primaria o la secundaria, para salir de la situación en la que se encontraban.

Además, cada uno de los estudiantes contó con un compañero: un patrocinador personal, empresario o académico de la ciudad, que no sólo pagó sus estudios, sino que se acercó a él, tuvo el tiempo de escuchar la historia de su vida y que, a su vez, le contó la suya.

Gustavo de la Rosa, visitador de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Chihuahua y coordinador de este proyecto piloto, asegura que la idea primordial era darles a los chavos lo que estaban buscando en la pandilla, y que el fin de que cada uno de ellos tenga un patrocinador personal es hacerlos sentir comprendidos y entender que "cualquier problema es superable" a pesar de vivir en una de las ciudades más peligrosas del país.

Según el defensor de derechos humanos, un error común de quienes trabajan con jóvenes vulnerables reclutables por pandillas es no ayudarlos a planear un proyecto de vida más allá de ser obreros de las maquilas. Nadie se preocupa en crearles nuevas metas, profesionales y personales.

"¿Por qué la aspiración de entrar a una maquila no puede convertirse en el proyecto de vida de ellos? Porque aquí en Ciudad Juárez vamos en la tercera generación, 180 mil trabajadores. Es decir, abuelos de los jóvenes de hoy son los que estuvieron en las primeras fábricas, en los setenta. Cuando voltea uno a ver dónde están los obreros de los setenta y de los noventa, encuentras que su historia personal es pobreza, ignorancia, agotamiento, soledad, falta de oportunidades, cero escuela, cero todo. Tratamos de darles otras salidas", explica.

El novedoso proyecto piloto de atención a...

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