Más que una ciudad industrial del norte

AutorAndrea Padilla

Enviada

HERMOSILLO.- Es más de mediodía y el termómetro marca 36 grados centígrados, así que al abordar el trolebús turístico en la Plaza Zaragoza para hacer un recorrido histórico por la ciudad se siente un gran alivio.

El vehículo, a cargo del Instituto Municipal de Cultura y Arte, es una forma de descubrir esos rincones que guarda Hermosillo mientras un guía narra la historia y leyendas que la envuelven.

Una de las paradas es la ex penitenciaría del Estado, una monumental construcción de piedra gris al pie del Cerro de la Campana y que hoy alberga al Museo de Sonora.

Aquí, nombres y pasajes de la historia de México que sonaban conocidos adquieren rostro y forma. El padre Kino, el héroe de Nacozari, la huelga de Cananea, los seris, los yaquis, todos personajes importantes en la vida del segundo estado más grande de la República.

Incluso, cuenta la anécdota que fue aquí, en Sonora, donde nació la palabra "gringo". Durante la huelga de la mina de cobre en Cananea, los mineros gritaban a la familia Green, dueña de la mina, "Green go!", para que se fueran.

Hermosillo se fundó en un antiguo asentamiento llamado El Pitic, explica Dora, nuestra guía, que significa "donde se juntan dos ríos" La ex penitenciería, como toda antigua cárcel, contaba con calabozos, mazmorras y hasta un paredón de fusilamiento que provoca escalofríos, sobre todo después de escuchar a Dora asegurar que ahí se pasean fantasmas.

Luego salimos a Villa de Seris, el barrio más antiguo de la ciudad, y famoso por ser el barrio donde se elaboran y venden las coyotas, esa especie de galleta de piloncillo de unos 15 centímetros de diámetro que ahora también rellenan con chocolate, cajeta, manzana, guayaba u otras frutas.

Por ahí también pasamos delante de una casona donde se cuenta nació aquel caballero, Manuel R. Uruchurtu, único mexicano a bordo del célebre Titanic, que cedió su lugar a una mujer inglesa en uno de los botes salvavidas.

Finalmente, ya de nuevo en la Plaza Zaragoza, una boda se lleva a cabo en la Catedral de la Asunción, una construcción donde no se distingue ningún estilo arquitectónico, sino más bien una combinación de varios, y es que desde que se erigió la primera capilla hasta que se levantó la última torre pasaron más de 130 años.

El calor nos obliga a comprar una nieve de garrafa sabor coco, limón o fresa, en uno de los puestos junto al quiosco de estilo morisco, y para el hambre un elote desgranado o un vasito de cacahuates bañados en salsa.

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