La Ciudad y el Crimen / Política y crimen

AutorRafael Ruiz Harrell

Un delito puede verse como un agujero en la tierra de la vida social. Si así fuera y viéramos qué suele hacerse para superar el problema, veríamos que una técnica -conocida y muy eficaz, pero poco usada-, sería tratar de tapar el agujero para evitar que nadie más vuelva a caer en él. La otra, que es muy usada a pesar de que es de una eficacia en extremo reducida y absurdamente se la emplea con gran frecuencia, sería cambiar la legislación para lograr que sea posible sancionar y enviar a prisión a quienes caen en el agujero.

Dicho lo mismo de otra manera: o trabajamos con la realidad social para modificar las circunstancias que favorecen o impelen la criminalidad, o insistimos en engañarnos al creer que los castigos, las penas y los recortes impuestos a la libertad humana, son la solución al problema criminológico. Sólo que ¿puede haber algo más ilógico que creer que el único posible responsable es quien cayó en un agujero rodeado por otros baches, invisible por la posición en que se encuentra, la mala iluminación y otros factores semejantes?

Se cree que tapar el hoyo en una solución de los grupos de izquierda -así nunca la hayan adoptado formalmente como propia-, es inútil en las tareas de llevar a la práctica una política de lucha contra el crimen. La razón de esta creencia es que la mayor parte del conjunto social ha sido acostumbrada por los expertos a creer que sólo sirven las soluciones duras o violentas. Es su necesidad de obtener votos y complacer a los votantes la que lleva a los gobiernos de izquierda a adoptar conclusiones que lo hacen indistinguible de las propuestas de la derecha.

A la hora de considerar las acciones penales de un gobierno, no importa establecer si son de carácter liberal o no porque aunque presuman de serlo, lo cierto, en el fondo, es que están empleando el dolor y la violencia como instrumento central de sus tareas. Los ejemplos son muy numerosos. Lenin nos da uno tan inocente que casi puede calificarse de encantador. Sostiene el ideólogo ruso que la lucha de clases es el origen básico del crimen. Ahora bien, como la revolución ha triunfado en la Rusia comunista de sus tiempo, no queda sino admitir que ya no se cometen delitos de ningún tipo. Para mostrar la veracidad de aserto tan enloquecido, Lenin ordenó poner en cero todas las estadísticas en la materia, no sea que fuera a...

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