La Ciudad y el Crimen / La mujer y el crimen

AutorRafael Ruiz Harrell

Hace dos días se publicó un reportaje diciendo que la participación de la mujer en la vida delictiva estaba creciendo de manera abrumadora, sobre todo en el narcotráfico, donde las mujeres trabajaban, cuando jóvenes, como enganchadoras -o sea seduciendo futuros clientes-, o como "mulas" -llevando el producto de un lado a otro-, pero que con la edad, la experiencia que les dejaba el manejo de la economía familiar y el ascendiente que tenían sobre otros miembros de la banda, ya estaba ocupando puestos directivos y tomando decisiones importantes. En algunos casos, se decía, las mujeres lideraban las bandas.

Todo esto parecía más o menos razonable -incluso hay datos que lo confirman parcialmente-, pero que la participación de las mujeres en el narco hubiera aumentado, me parecía una afirmación muy poco creíble porque se la hacía descansar en una sola cifra: en el mundo del narcotráfico, se decía, el número de mujeres delincuentes había aumentado hasta llegar a representar el cinco por ciento. ¿El cinco por ciento? Si así fuera estaría muy por debajo de las proporciones que las mujeres representan en otros tipos de delitos.

MUJERES Y DELITOS

La única manera de precisar la proporción que representan las mujeres en los delitos más frecuentes es considerar su participación en el conjunto de los presuntos responsables. El dato se presta a varias objeciones, pero no hay otro más confiable ni más cercano al acto delictivo: las declaraciones de las víctimas sobre el sexo y edad de sus atacantes no son de fiar.

De 2000 al 2005 del total de personas a las que se les dictó auto de formal prisión en el DF, el 11.1 por ciento pertenecían al sexo femenino. En algunos crímenes la proporción era menor, como en el caso del homicidio doloso, en el cual su participación era de sólo el 5.1 por ciento o en el robo, donde ascendía a 7.5. Pero en otros superaba esa proporción. Así en el caso de las lesiones la participación femenina llegó al 15.9 por ciento; el allanamiento de morada a 17.3; el fraude a 18.7 y el despojo, que alcanzó la máxima del 29.5 por ciento.

La preferencia de las mujeres por delitos como el fraude y el abuso de confianza es relativamente constante, quizá porque en ellos la violencia está ausente. Parece contradecir la afirmación anterior su elevada participación en el delito de lesiones- también un factor constante-, mas en este caso debe señalarse dos cosas: las lesiones...

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