La Ciudad y el Crimen / El mito del progreso

AutorRafael Ruiz Harrell

A la Dra. Guadalupe García

Conforme a un mito que las facultades de derecho perpetúan año con año, el orden jurídico penal ha venido progresando con el transcurso de los siglos y cada vez es más humano, más eficaz y más justo. Según se dice, el gran paso lo dio al acabar con la venganza privada y sustituir la relación entre el ofendido y el ofensor, por una relación tripartita en la que todo depende de un juez.

A partir de entonces, y en lugar de que la víctima que había recibido el daño -o en todo caso sus deudos-, buscara como provocarle un daño semejante al autor del crimen, era un tercero, el juez, el que a la vista de las pruebas y en aplicación de leyes promulgadas con anterioridad al acto delictivo, decidía si debía imponerse una sanción y, en caso afirmativo, cuál. De esa manera se evitaban excesos y crueldades y la interminable cadena de vendettas a las que suele dar origen la venganza privada.

El mito no es sino una versión particular del que ofrece Tomás Hobbes en su "Leviatán". Creía el pensador inglés que antes de que la sociedad llegara a integrarse, cuando los seres humanos vivían "en estado de naturaleza" y eran libres del todo, predominaba un estado de violenta anarquía. En tal situación "el hombre era el lobo del hombre" y vivía en guerra perpetua.

La única manera de superar tan triste estado de cosas era establecer un pacto social en el cual los hombres renunciaran a parte de sus derechos y se los otorgaran uno solo, el soberano, que utilizaría la fortaleza y medios de todos para asegurar la paz externa y la seguridad interior. Renunciar a los derechos en beneficio del gobierno era la única manera de vivir tranquilo y en paz.

Mitos

Ambas nociones son, por supuesto, meros mitos al servicio de la ideología del Estado moderno. Nunca hubo un tiempo en el cual los seres humanos, animales gregarios por excelencia, vivieran fuera de la sociedad. No se tiene noticia tampoco de una comunidad humana, por pobre o "primitiva" que se le considere, que no haya conseguido establecer algún mecanismo para superar pacíficamente los conflictos que se presentan entre sus miembros. Y se sigue esperando, hasta ahora en vano, que las libertades sacrificadas en beneficio del poder del gobierno del Estado contemporáneo lleguen a traducirse en paz externa y seguridad interior.

Los estudios de antropología jurídica que se han venido multiplicando en las últimas décadas revelan un hecho constante: una comunidad humana podrá carecer de gobierno y de...

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