La Ciudad y el Crimen / Los líos de Juárez

AutorRafael Ruiz Harrell

A primera vista se diría que todo va bien y el tristísimo asunto de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez está, al fin, en vías de empezar a resolverse. Quizá falte mucho para empezar a obtener resultados, pero cuando menos ya hay una comisionada para resolver el caso, Guadalupe Morfín; la Secretaría de Gobernación parece dispuesta a apoyarla; la Policía Federal Preventiva ha puesto orden en la ciudad y la seguridad ha mejorado; la Procuraduría General de la República ya atrajo quince casos más y está revisando todos los expedientes; el gobierno de Chihuahua está colaborando en la fiscalía mixta y hasta la Comisión Nacional de Derechos Humanos, al precisar el desorden, la apatía y la falta de profesionalismo con que se han atendido los casos, está colaborando a que las cosas avancen. Sí, al parecer las acciones ya encontraron cauce y puede suponerse que terminará por verse la luz al final del túnel.

Sólo que hay un pequeño problema: casi todo es de mentiras. Cuando se profundiza en el análisis se advierte que buena parte de lo que se hace es mera apariencia y no intenta lograr resultados. La regla es vamos haciendo como que hacemos, pero con el cuidado necesario para lograr que no pase nada.

La comisión

Ahí tiene usted, para empezar, el caso de la comisión dichosa. ¿Qué caso tiene nombrar a una comisionada para el caso Juárez sin facultades de investigación? ¿De qué sirve todo el tinglado si la comisionada ni siquiera puede, al menos oficialmente, ver los expedientes? ¿O se trataba precisamente de eso, de hacer una comisión para que pareciera que se estaba haciendo algo, pero que no pudiera lograr nada?

Santiago Creel, ya se sabe, es especialista en alentar acuerdos y crear organismos que existen sólo el microsegundo en que se toma la fotografía y al día siguiente son parte remota de la prehistoria. Pues así la Comisión: está planeada tan cuidadosamente para ser inútil que el gobernador de Chihuahua ni siquiera se dignó recibir a la comisionada.

Y ésta es otra pregunta: ¿por qué Guadalupe Morfín, siendo tan capaz como es, aceptó un encargo con tan abrumadoras limitaciones? ¿qué sentido tiene que comprometa su prestigio y su buen nombre cuando todo lo que puede hacer es lo mismo que el viento le hacía al verdadero Juárez? Y lo que es más: ¿por qué la primera reacción de Morfín cuando el presidente de la CNDH propuso que se creara una fiscalía de a de veras fue rehusar hacerse cargo de ella? Vamos: ¿en verdad quiere hacer algo por las...

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