La Ciudad y el Crimen / Desistir

AutorRafael Ruiz Harrell

A la larga o a la corta todo delincuente deja de delinquir. Una pequeña proporción que se calcula entre el 3 y el 6 por ciento lo hace sólo con la muerte, pero el resto desiste en algún momento de su vida.

Apoya la afirmación anterior el hecho de que varios estudios coinciden en que las "carreras criminales" suelen tener una duración media de más o menos cinco años, a no ser que el delincuente haya estado preso o siga estando dedicado al crimen cuando pasa de los treinta años de edad. En el último caso puede suponerse que tendrá una vida criminal activa de cuando menos diez años más. En el primero depende de la longitud de la sentencia y de la edad a la que termine de cumplirla, mas la regla general es que una pena que oscile entre tres y cinco años de cárcel duplique o incluso triplique el tiempo que el criminal permanece activo.

Lo anterior se refiere, por supuesto, sólo a los criminales habituales, o sea a aquellos que hacen del crimen una forma de vida. Los delincuentes ocasionales, responsables de la mayoría en los delitos accidentales o culposos, rara vez vuelven a delinquir y cuando lo hacen sus acciones no son constantes.

Definiciones

A juicio de muchos investigadores estudiar la carrera de los criminales habituales es de principal importancia. Sólo si se puede precisar qué los lleva a ingresar en la vida delictiva, qué los conserva ahí durante algún tiempo y finalmente qué los impulsa a desistir, puede establecerse una política criminológica coherente y eficaz.

A pesar de que la fase del desistimiento es tan crucial como la etapa de inicio, ha sido poco estudiada. Una de las razones es que los estudiosos no han logrado ponerse de acuerdo cuándo deja de ser delincuente un criminal habitual. Para algunos basta con que a lo largo de dos años no haya incurrido en ningún delito. Otros exigen cinco años. Otros más demandan que tampoco participe con frecuencia de conductas antisociales no delictivas, como embriagarse o hacer escándalos en la vía pública. Otros más, por último, atienden al proceso que lleva a un delincuente habitual a dar por concluida su vida delictiva.

Estos últimos señalan, y con razón, que desistir de la vida criminal no es un suceso, un hecho concreto, sino un proceso en el que pueden distinguirse tres aspectos básicos. Uno es que el delincuente reduce la frecuencia de los actos delictivos que comete. Otro es que disminuye la violencia o gravedad de su conducta criminal. El tercero es que restringe el espectro o rango...

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