La Ciudad y el Crimen / AMLO y sus gansadas

AutorRafael Ruiz Harrell

Konrad Lorenz, un estudioso de la vida animal galardonado con el premio Nobel, descubrió que los gansos tienen una conducta reproductiva muy curiosa. Cuando llega el periodo del apareamiento, el ganso empieza por hacerle a su pareja toda clase de arrumacos. Ella se deja convencer poco a poco y cuando ya está dispuesta va y se echa para asistir a la llamada "ceremonia del trompeteo".

Esta consiste en lo siguiente: el ganso se pone frente a la gansa y empieza a actuar como si tuviera frente a él a un enemigo terrible. El enemigo es, por supuesto, meramente imaginario, pero el ganso empieza a luchar con él como si en verdad estuviera ahí: aletea, da de picotazos al aire, se mueve ágilmente de un lado al otro como si esquivara los golpes del otro y, al fin, termina por derrotarlo. Cuando esto ocurre abre las alas en pleno y celebra su hipotético triunfo lanzando al aire unos chillidos que se asemejan al son de una trompeta. Lo sorprendente es que la gansa le sigue el juego y, como si en verdad hubiera derrotado al mal, se levanta y celebra a su galán con todo tipo de cariños.

Lorenz explica por qué los gansos actúan de esa manera, pero no ofrece una sola pista que permita aclarar por qué hay políticos que adoptan una conducta semejante y, tras de inventar enemigos imaginarios y derrotarlos de manera igualmente imaginaria, quieren que la gente los aplauda como si se tratara de una victoria real.

Andrés Manuel López Obrador es, entre nuestros políticos, uno de los más fervorosos seguidores de los gansos. Vaya un ejemplo reciente: en el informe que presentó el 17 de septiembre, el jefe de gobierno resumió sus logros en relación a la criminalidad diciendo: "En suma: se ha podido contener la inseguridad pública y disminuir algunos delitos de manera significativa, y lo hemos logrado en una época de recesión económica cuando, por lo general, se desborda la delincuencia".

El enemigo imaginario es, en este caso, el supuesto desbordamiento que tiene la delincuencia en las épocas recesivas. El triunfo imaginario es haber logrado "contener la inseguridad" en tales circunstancias e incluso haber reducido la incidencia de algunos crímenes "de manera significativa". Lo malo es que a no ser por alguna gansa despistada, no hay quien se lo crea.

La duda

En los años 1994 y 1995, acicateada por la crisis económica que Salinas y Zedillo fraguaron a la limón, la criminalidad denunciada empezó a crecer de manera desaforada, como nunca lo había hecho hasta entonces...

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