Ciudad de la Nostalgia/ Batalla en la Catedral

AutorAlberto Barranco Chavarría

Ciega de rojo fuego, la ira atropellada, incontenible, el último bastión de prudencia: así el galope insolente hiriendo las lozas del atrio doble, ya del Empedradillo a la añeja Cruz de Mañozca; ya del portón del Sagrario al enrejado; así la espada desnuda del señor gobernador en furioso combate contra el viento; así la grotesca carrera del sacristán, en absurda búsqueda de una rendija ante la pesadilla...

...así la gritería feroz del populacho, en insólito desafío al come-curas; así el Ave María Purísima de la beatas viejas de Jueves Santo; así las dos descargas al aire de parte de la tropa; así la voz destemplada del más viejo de los señores canónigos, pidiendo la intersección del santoral en el pleno para aplacar el infierno.

Y la orden repetida hasta el hastío: ¡La llave! ¡La llave!

El punto central de la inaudita batalla, el codiciado botín a cuyo fragor el blanco corcel desafío el atrio de los canónigos y el patio del Colegio de Infantes, para restregar su cuerpo en la puerta misma de la antesacristía, era la llave de oro del sagrario...que la jerarquía religiosa imponía al cuello de quien representaba, en la liturgia del duelo de la Semana Mayor, la máxima autoridad...

El problema, en ese inolvidable

9 de abril de 1857, era que el gobierno estaba obligado a la burocracia, con pena de perder trabajo y antigüedad, a jurar fidelidad a la nueva Constitución...calificada de jacobina por la iglesia.

Y el problema, además, era que el Presidente Ignacio Comonfort había nombrado como su representante en los actos litúrgicos, fiel a una larga tradición, al Gobernador del Distrito, Juan José Baz...aquel que meses antes encabezara un ejército de 80 alarifes para destruir la enfermería, la cocina, varias celdas y parte de la huerta del convento de San Francisco, en afán de abrir paso a la calle de la Independencia, conectado el antiguo callejón de Dolores con San Juan de Letrán.

Quizá a sabiendas de su falta de popularidad entre la tropa de sotanas, la principal autoridad de la ciudad, el hombre de eterno frac azul y pantalón de granja y pialillo, había mandado calar el terreno: "Ilustrísimo señor -le escribo en papel oficial al arzobispo Lázaro De la Garza y Bastilleros-, no pudiendo asistir el Excmo. Sr. Presidente a los oficios del jueves y viernes en la Santa Iglesia Catedral, tengo el honor de decirle, para su conocimiento y el Venerable Cabildo, que yo concurriré en su lugar".

El oficio estaba fechado el siete de abril.

Y el ocho la...

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