La Ciudad y El Espíritu/ El ángel ebrio

AutorGerardo de la Concha

Ese Juan Carlos me dijo: tu ángel es un ebrio. Es un borracho perdido y se despierta apenas cuando estás al borde del abismo. ¿Y si un día ya no te salva?

Juan Carlos vive ahora en Inglaterra. Durante diez años compartimos como socios el periplo de la existencia y le perdonaba yo que tuviera tan mala opinión de mi ángel.

En realidad todo es una prueba. Al escalar una montaña escarpada la inmensidad te rodea y sólo ves la piedra, aunque yo cuando practiqué el montañismo de riesgo más bien cerraba los ojos pues le tenía miedo a las alturas, tanto como temía a la violencia que también viví de joven. Pero desde niño me hice adicto a las descargas de adrenalina, a las experiencias extremas, a la mística del caído.

A lo mejor en el fondo pago un karma que me dificulta convertirme en un tranquilo burgués, lo cual es uno de mis mayores deseos, como si fuera un sueño, un descanso. O quizás es cierto y mi pobre ángel es un ebrio.

No, no insultes al ángel. Algunos son terribles como decía Rilke. Y el tuyo ha estado contigo en muchos momentos difíciles, es un ángel de misericordia, no de desesperación.

Si es un ángel compasivo, mi destino finalmente será bueno. Y si es un ángel de gracia, entonces...

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