La ciudad que alivió a Francisco Goldman

MÉXICO, D.F., junio 3 (EL UNIVERSAL).- Francisco Goldman comenzó “El circuito interior” como un simple texto en el que quería explorar su relación de escritor extranjero con la ciudad de México; lo que devino fue un libro escrito desde el alma que indaga en las profundidades de esta capital que ha visto elecciones cuestionadas, movimientos como el “Yosoy132” o desapariciones de jóvenes como en el “Caso Heaven”, que Goldman concibe como la antesala de los normalistas de Ayotzinapa.

Su ambición era salir del hoyo de la depresión y el dolor. Cinco años antes, su joven esposa, la escritora Aura Estrada, había muerto cuando apenas cumplían dos años de casados; la pérdida lo sumió en el alcohol, la soledad y la idea de la muerte. Decidió entonces que quería reaprender a manejar en esta ciudad y entonces tomó la Guía Roji, como un “I Ching”, el oráculo chino de las mutaciones.

El escritor estadounidense arrancó esta historia de su relación con México a partir del reto de volver a manejar automóvil.“Yo siempre he tenido mucho miedo de manejar en esta ciudad, uno se pierde. Lo pensé como un rito, una manera de honrar a Aura, que era súper chilanga, aquí murió, aquí están sus cenizas; eso me vinculó a esta ciudad de manera eterna”, señala el narrador que asumió el deseo de manejar como una metáfora del deseo de terminar con el duelo y cerrar ese capítulo tan cerca de la muerte.

“Aura amaba la escritura experimental, los juegos, el espíritu filosófico y juguetón de Borges, el ‘I Ching’, todos los juegos de destino y azar, entonces pensé en convertir mi esfuerzo de manejar en la ciudad en un juego literario estilo Aura, y entonces decidí usar el Guía Roji como un ‘I Ching’, cerrar mis ojos, abrirlo en cualquier página, poner mi dedo ahí e intentar llegar a ese punto”, relata Goldman.

El autor de otras historias como “El arte del asesinato político”.“¿Quién mato al obispo Gerardi?” y “Di su nombre”, afirma que esto iba a ser sólo un artículo para una colección de crónicas, que se sumaría a las ya publicadas sobre Argentina y Chile, pero fue creciendo y terminó como un libro.

Ese verano de 2012 terminó siendo muy importante en mi vida, toqué fondo y renací a mi juego de conducir el auto; representa una salida de ese estado ensimismado, tan hermético que es el duelo. Era ver la ciudad con nuevos ojos, explorarla, intentar entender qué está pasando aquí. Era un verano muy importante con las elecciones, el Yosoy132, un verano que apuntaba hacia el futuro...

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