Un círculo de generosidad

AutorMaría Luisa Medellín

Hace tiempo, la mamá de una joven sin más familia en la Ciudad enfermó. A la angustia de verla postrada en cama, le sobrevino otra preocupación: ¿quién la relevaría en el hospital mientras se iba a trabajar?

Pero en cuanto los integrantes de la Comunidad Jésed, a la que pertenece, se enteraron, se turnaron para acompañar a la paciente y orar por ella, y los días fueron más llevaderos.

Quizá en estos tiempos no abunda la solidaridad. Sin embargo, en esta agrupación católica -que cumplió tres décadas en octubre- es una flama viva que se traduce en hechos.

Si alguien pierde el empleo, los demás tratan de apoyarlo, ya sea que le ofrezcan trabajo, lo recomienden con algún conocido o lo auxilien en los gastos que no pueda cubrir por su situación.

Los miembros de esta asamblea, cuyo nombre en hebreo significa "amor comprometido y misericordioso de Dios", están hermanados en la oración, la frecuencia de los Sacramentos y la solidaridad hacia el resto de la familia Jésed, que actualmente congrega a 800 laicos, muchos de ellos con sus familias.

"Somos un grupo de discípulos en misión. Nuestro seguir a Cristo no es un asunto individual. Dios nos llamó a hacerlo de manera fraterna", explica Federico Carranza, ingeniero químico de profesión, quien encabeza el exitoso Ministerio de Música del grupo, y en cuyo hogar está el estudio de grabación y la casa productora Corazón de Arpa.

"Lo más bonito es que eso que articulamos de una cierta forma de vida hace tres décadas lo refrendaron los obispos reunidos en Brasil en el 2007, en un documento donde dicen que todos los cristianos están llamados a ser discípulos misioneros y vivir en comunidad".

Sentado a un lado de Federico, frente a la mesa del jardín, Manuel de Urquidi, uno de los fundadores, relata que todo inició cuando a sus 17 años tuvo un encuentro de conversión al viajar a Ann Harbor, Michigan, a la comunidad La Palabra de Dios, que emulaba a las de los primeros cristianos, quienes así lograron que la Iglesia sobreviviera en medio de un mundo pagano.

"Yo fui a estudiar inglés y me quedé en una de las casas de esa congregación de la renovación carismática. Fue una experiencia tan especial que sentí que debía hacer algo más, y ése fue luego el modelo para Jésed", comparte Manuel, licenciado en comunidad, robusto, de rostro redondo y voz pausada.

"Al regresar, empezamos un grupo de oración con un amigo de Durango, como yo, e invitamos a otros porque la Iglesia estaba llena de mujeres y los hombres casi...

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