Cinexperiencia / ¡Ah!, qué fantasmas tan #$%&!

AutorJuan Carlos Villalobos y José María Rodríguez

¿Siente usted pasos en la azotea?, ¿sospecha que le echaron mal de ojo?, ¿escucha que alguien en su casa arrastra cadenas?, ¿es víctima de horrorosas apariciones?, o como solía decir el hermano del Chema: ¿oye visiones?, ¿tiene terribles remordimientos por haber enterrado viva a la abuela?, ¿le sangra la nariz?, ¿le huelen los pies?, ¿sabe si ya subió el litro de leche?

Podrá encontrar respuesta a estas y otras preguntas del más allá si se da tiempo de ir a ver la nueva película del francesito Mathieu Kassovitz, que, aunque no es buena, por lo menos tiene el mérito de haber reunido a las pechochas Penélope Cruz y Halle Berry y de haber mantenido en sus cinco sentidos (eso creemos) al súper drogo de Robert Downey Jr., que por ahí dicen que se mete hasta detergente Roma.

Nos referimos a Espíritus Ocultos en Compañía del Miedo (2003) que originalmente fue bautizada como Gothika, y no con ese méndigo chorizote de título, surgido seguramente de la genialidad de algún mercadólogo de la patria. Esta es una entrega más de aquél joven cineasta que con El Odio (1995) le demostró al mundo lo que era capaz de hacer a sus 28 años, pero que la neta no ha vuelto a sorprender.

La cinta está ubicada en un género que parecía haber pasado de moda, mezcla de thriller psicológico con elementos paranormales.

Al más puro estilo recorta, pega y gana, Kassovitz construye una trama con referencias obvias a Sexto Sentido (M. Night Shyamalan, 1999) Revelaciones (Robert Zemeckis, 2000), El Misterio de la Libélula (Tom Shadyac, 2002) y otras por el estilo.

Es quizá por esto que resulta predecible; tanto, que es fácil desentrañar el misterio antes de que la historia llegue a la mitad. Además, los momentos de terror son contaditos, aunque superados fácilmente por el todavía abominable inglés de la Penélope.

Ahora también, ¡ya chole con el rollo de los aparecidos! A ver, por qué será que en esas películas, en vez de aparecerse de pronto, asustar a los protagonistas o raspar paredes para escribir mensajes incomprensibles, los méndigos fantasmas no se limitan a decir: "Fulano me mató, le ayudó Sutano, las evidencias están en tal lugar", ¡qué diferencia!, en cambio ahí andan, haciéndola de tos y dándole ñáñaras al pobre protagonista, que nomás ya no sabe si está volviéndose loco o de plano le hicieron daño los tacos.

Para acabarla de fregar, a los vivos de la historia les da por ponerse enigmáticos con tarugadas similares, ¿un ejemplo?

Cheque este diálogo de los personajes de...

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