Cinexperiencia / 'Escupe, pero no infecta'

AutorJuan Carlos Villalobos y José María Rodríguez

A pesar de que Exterminio (Danny Boyle, 2002) cuenta con una buena premisa, una fotografía excepcional, una manufactura impecable y un tráiler apantallador, no deja de ser otra de esas películas que basan su éxito en la expectativa que generan y nada más.

Es cierto que el detalle de los colores y la fotografía le da un aire de desolación muy útil a la historia que se intenta contar, pero lo malo es que ésta se va por donde menos le interesa a un sano espectador promedio como nosotros que vamos a ver este tipo de cintas apocalípticas con la esperanza de atestiguar una masacre más o menos decente, o que no se escatime en el gore, pero sobre todo que no se repriman en exhibir coloridos fluidos que el cuerpo suele emanar; que angustie pues, pero no, nada de eso. Ahí anda el director mostrando innumerables escenas con los sobrevivientes a plátique y plátique, planeé y planeé, que si esto, que si lo otro... O sea, ¿eso qué le interesa a uno? Lo que se quiere ver, la verdad, es a los infectados, muchas persecuciones de cerquitas, los arañazos, o de perdiz algunos close-up a los mostros y a los gestos que hacen.

Aquí el mal que aqueja a la humanidad es una especie de menopausia viral con tintes de rabia que se transmite por la baba y la sangre, así que para infectar a los sanos, los zombies se la pasan escupiéndole a cuanto cristiano pasa por sus dominios, (hasta eso que las corretizas que le meten a los protagonistas, son emocionantes... bueno, una o dos nomás).

La parte que más se disfruta de la cinta es precisamente la que sale en los cortos promocionales (si ya los vio, ahórrese la entrada), mostrando un Londres deshabitado, silencioso y bastante cochinón. Lo interesante es ese primer momento cuando un compa, de estar jetón por un coma, despierta 28 días después, (título original en Inglés, obtenido gracias a la valiosa corresponsalía del Chema para Cinexperiencia) en medio de la nada. El manejo de los colores y la imagen recuerdan bastante a Soylent Green (Richard Fleisher, 1973), hasta parecía que el aire era fétido (cosa que suele ser reforzada por algunos cines de Guadalajara). También está la cuestión de los infectados, que son seres sumamente salvajes, babeantes y con unos ojos rojos muy feos, algo así como judiciales cocainómanos (pero no se asuste tanto y anímese a verla, el terror que provocan los primeros no es tan intolerable como el que provocan estos servidores públicos).

Hay que decir que por poquito y George A. Romero se quedaba...

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