Cinexcepción / Exiliadas

AutorHugo Hernández

Mi intención original para ocupar este espacio semanal era abordar una cinta que se coló a la cartelera comercial apenas el viernes anterior. Y cuando el que esto escribe ya empezaba a dar rienda suelta al júbilo, la celebración se fue como vino, pues desafortunadamente alguien la capturó en fuera de lugar y la expulsó del paraíso de la rentabilidad, enviándola a un exilio involuntario. El título de la cinta es Exilios (Exils, 2004) y es una realización del cineasta de origen argelino Tony Gatlif, de quien también habíamos visto por acá, aún más fugazmente, Gadjo Dilo (1997), que paradójicamente se traduce como "loco extranjero".

Eso es precisamente lo que sucede con el cine que para empezar no cuenta con una difusión decorosa: muy de vez en cuando cintas como las de Gatlif se aparecen tímidamente pero sin complejos en la sala más pequeña de los grandes complejos (o del gran complejo, para ser más precisos). Solas, abandonadas a su suerte, están destinadas a no trascender en lo absoluto. Confiar en que la recomendación de los que la hayan visto sea suficiente para que más gente se anime (o se desanime) es como creer que otros mundos nos envidian, como sugiere Guerra de los Mundos (War of the Worlds, 2005) título que se anuncia en todos lados y que realmente no necesita ninguna recomendación ni dejará de ser un hit en taquilla por mejor (o peor) película que sea.

Cine como el de Gatlif o como el de István Szabó, cuya Julia, una Mujer Seductora (Being Julia, 2004) no sedujo prácticamente a nadie (con todo y la presencia y brillante desempeño de Annette Bening, que fue postulada al Óscar como actriz y ni así pudo conseguir que la cinta permaneciera más allá de la semana "de compromiso"), sí que necesita ser difundido. Y no sólo porque Exilios es una película notable (una exitosa amalgama de road movie de inmigrantes a contracorriente con una apuesta musical y sensual nada despreciable), sino porque precisamente asuntos como el origen y el exilio bien pueden involucrar a un país que se mantiene gracias a los dineros de sus exiliados, eufemísticamente conocidos como emigrantes: cierto que en estricto sentido el que se va al "otro lado" no es un exiliado, pero ¿cómo llamar a los que la economía y la estulticia y estupidez de sus gobernantes les niega la estancia en su tierra y en numerosas ocasiones...

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