Cinegrafías

Un mural sobre la guerra

En 1917, Sam Mendez hace una de las direcciones más audacesJosé Felipe Coria

EL UNIVERSAL¿Cómo son las obras maestras cinematográficas? Cada elemento (dirección, actuación, fotografía, argumento) debe contener armonía. Nada puede sobresalir. El público nunca percibiría cómo se pasa de un corte a otro. Debe sentir que ve una mezcla de arte y entretenimiento.

Entre lo poco digno de mención en los sobrevalorados Globos de Oro (que para esconder la injusticia de ningunear al menos un par de directoras, salieron con la payasada que el menú de la noche sería "vegano"; ¿quieren ser políticamente correctos?, inauguren la categoría de mejor directora), estuvo que Sam Mendes obtuvo merecidamente el premio de dirección por el notable filme 1917.

La anécdota para éste, su octavo largometraje, escrito por él y Krysty Wilson-Cairns, es sencilla: dos jóvenes soldados, Schofield (George MacKay) y Blake (Dean-Charles Chapman), tienen que cumplir una misión suicida, contra reloj: cruzar líneas enemigas, un verdadero infierno de lodo, sangre, muerte, y evitar la matanza de mil 600 hombres.

Mendes hace un mural en constante movimiento sobre qué significa el sentido de la responsabilidad en la guerra, cómo ésta afecta al hombre y los rasgos de humanidad que surgen en el límite de las fuerzas, valentía y miedo.

Con ello consigue una producción planteada como ejercicio de tensión, convirtiendo al espectador en testigo y acompañante por trincheras y horrores...

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