Cineasta desde chiquito

AutorCésar Huerta y Omar Cabrera

Desde niño, Alfonso Cuarón demostró que era emprendedor y contrario a las costumbres: no sólo obligaba a sus hermanos a actuar en historias inventadas por él, sino que en los restaurantes pedía platillos exóticos, como cerebro de mono a la plancha.

Era, dice su hermano Carlos, un "cabrón que jodía un chingo", una característica que se acentuó en Alfonso a los 10 años, cuando recibió como regalo de su padre una cámara de formato Súper 8.

"Puso en jaque a la familia, porque nos volvimos sus actores. Leía mucho, su favorito era el cómic de Fantomas y se daba tiempo para devorar libros gruesos como los de Jack London, creo que de ahí sacó su instinto narrativo y de ahí sacaba todas sus historias.

"También era especial, íbamos a cualquier lado y pedía cerebro de mono o jaladas así, siempre pedía cosas extrañas. Ahora es vegetariano y le encanta comer chocolate", comenta Carlos, hoy guionista.

En el colegio Avante, donde cursó la primaria, Alfonso se distinguió por colaborar en montajes teatrales donde se contaban historias fantásticas, tal y como lo haría años después en La Princesita y Harry Potter y el Prisionero de Azkaban, que se estrena el viernes.

"Ayudaba mucho con máscaras, trajes y la escenografía, era un muy buen alumno. Me acuerdo mucho de él y sus otros tres hermanos. Sus papás daban clases en la UNAM y de ahí les inculcaron el amor al estudio", recuerda Trinidad Regina Robles, quien fuera su maestra.

En la adolescencia y por llegar tarde a clases, recuerda su hermano Carlos, Alfonso fue expulsado del Instituto México y de ahí se inscribió en el colegio La Salle del Pedregal, donde estaban cerca unos cines a los que no perdía la oportunidad de asistir.

Añade que Alfonso lucía cabellera larga y chanclas, que llegó a olvidar en los salones de clase.

"Era un puberto como los de Y tu Mamá También, mi mamá decía que él y sus hermanos eran unos niños hippies. Años después, cuando mi mamá vio La Princesita y lloró emocionada en el cine, le dije que el niño hippie de la esquina, que se quedaba horas con su novia en el coche, había dirigido esa maravillosa película", narra Martha Sosa, productora de Amores Perros, quien fue su vecina en San Jerónimo.

Alfredo Cuarón recuerda que a su hermano le encantaba la cinta Melody, protagonizada por Mark Lester, y que bautizó a uno de sus gatos como Fritz Lang Fellini en homenaje a dos de los cineastas más reconocidos del mundo.

Para entonces, narra Cristina Orozco, madre del cineasta, su hijo ya sabía...

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